Pobladores de Acandí, Chocó, creen que los jefes de ‘clan del Golfo’ están rezados y que un par de brujas de la zona se encargan de que las fuerzas especiales de la Policía aun no den de baja a los cabecillas de ese poderoso narcocartel. Solo así explican que Roberto Vargas, alias Gavilán, el segundo al mando de esa banda criminal, haya escapado del operativo que le tendieron 15 hombres de la Dipol y la Dijín.
Estuvieron tan cerca de capturar al capo –quien ahora paga por matar policías a mansalva–, que lograron neutralizar a ‘Balboa’, su hombre de confianza.
“Fue hace 7 días. Llovía y hacía un calor húmedo. La zona estaba minada y había 30 hombres enfusilados. Aunque ‘Gavilán’ se voló, sabe que lo tenemos cerca. Aquí no hay conjuros, estamos los mejores hombres”, narró uno de los oficiales del operativo.
Más de 1.500 uniformados como él hacen parte de Agamenón, la megaoperación de la Policía creada el 2 de febrero de 2015 para desmantelar al clan y a otras bandas que azotan al país. Tras 27 meses de operaciones, acumulan 1.034 capturas, 94 toneladas de coca incautadas y 427 armas decomisadas. Pero, aún falta que caigan Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el jefe del cartel; Luis Padierna, alias Inglaterra, tercero al mando, y ‘Gavilán’, el narco que viola niños de caseríos en donde se esconde.
EL TIEMPO fue hasta uno de los campamentos madre de Agamenón en Urabá, Antioquia, para indagar cómo es la cacería de este monstruo –heredado del narcoparamilitarismo–, con cerca de 2.000 hombres en armas que delinque en 20 departamentos.
El lugar está a 20 minutos en helicóptero de Necoclí, Antioquia, y a 650 metros de altura. Está incrustado en el cerro Yoki, en la cordillera Occidental, y solo unos cuantos oficiales saben las coordenadas. Allí, policías monitorean 24 horas las comunicaciones del clan, información vital que le ha permitido al bloque de búsqueda asestar grandes golpes a miembros de su estado mayor y hasta a la mujer de ‘Otoniel’.
El piso del campamento es de barro amarillo y resbaloso, por la lluvia constante de la selva. El aire es denso y el único claro en la zona está dispuesto para que aterrice un Black Hawk al que reciben dos perros guardianes, uno de ellos sordo por cuenta de un explosivo.
En las carpas apenas cabe una colchoneta y un fusil. Pero en la de un intendente hay un escáner, un potente radio y varias antenas con las que se interceptan las comunicaciones de los cabecillas del clan y de otras organizaciones.
“Mi general Nieto, acá está el mapa de Colombia con fotos de los que ya hemos neutralizado. Alúmbrenme aquí para que vean que faltan pocos”, explicó el experto cuyo catre está detrás de una garita de vigilancia y al lado del rancho donde controlan hasta el humo para que no los detecten.
“Ya tenemos el control de un 35 por ciento de sus comunicaciones. Observe: así trabajan mis hombres, enfrentando al mal en la selva”, explicó el director de la Policía, general Jorge Nieto, quien inspecciona los operativos de Agamenón en Urabá y Córdoba.
Esa noche, la cena fue pasta, atún, café y la moral que llevó Nieto, quien les informó que van 150 capturas como consecuencia del ‘plan pistola’ lanzado por ‘Gavilán’ en retaliación por los golpes recibidos. En los operativos de Agamenón han muerto 7 policías y 9 han sido asesinados dentro del ‘plan pistola’. Pero aseguran que la moral sigue intacta.
“No vamos a descansar hasta acabar con esta estructura criminal. Estamos a la ofensiva total”, explicó Nieto. Y agregó que la anticipación y la inteligencia permitió esta semana neutralizar a dos de los asesinos de sus hombres.
Por eso, sacó tiempo para darle la mano y un bono a 6 uniformados cordobeses y a uno de Sucre que evitaron un ataque en Lorica y se enfrentaron a tiros a hombres del clan. Allí, agentes patrullan con chaleco blindado y, algunos con casco, a pesar de los 32 grados de temperatura que los castigan. En esa zona, oficiales le dijeron a EL TIEMPO que ya hay gente del clan que empezó a dar información. Y los pobladores también están ayudando, cansados de que les violen a sus niños.
‘Nadando en coca’
Pero los sueldos que ofrece esa banda a jóvenes desempleados en Córdoba y Urabá parecieran no competir con nada. EL TIEMPO recorrió Carepa, Apartadó y Chigorodó (Antioquia), municipios con fuerte influencia del clan, donde funcionarios y pobladores coincidieron en que la plata de la nueva bonanza cocalera les cogió ventaja.
“En 2015, la cosa estaba medio controlada. Pero ahora nadamos en coca. Por aquí sale casi toda la droga que mueve el clan por el Pacífico. Así cualquier control es difícil”, dijo un funcionario. El poder corruptor es tal que en la nómina del clan hay fiscales, jueces y hasta miembros de la Fuerza Pública que torpedean los operativos.
Hace unos meses fue capturado Walter Ardila, de la Interpol, por venderle datos. Y a principios de este año cayó otro que le pasaba información a Miro Niemeier, el bosnio que comercializaba la coca de ‘Otoniel’ en Europa y Asia.
Y les han encontrado sofisticados fusiles Barret M-95, que no tiene ningún ejército en América Latina.
Aun así, la guerra contra el clan sigue y el teatro de operaciones se coordina desde la base antinarcóticos en Necoclí. En uno de sus muros están las fotos de los cabecillas, lo primero que ve la tropa cuando amanece y lo último que observa cuando se sube a los helicópteros artillados a ejecutar las misiones.
Hace 72 horas, hombres de inteligencia se reunieron allí con el general Nieto para revelarle detalles de dos allanamientos a casas en Carepa, en donde escondían armas y explosivos. EL TIEMPO subió a uno de los helicópteros y, luego, hizo parte de una caravana de 15 carros, con fiscal y general Nieto incluidos, que llegó a una de las casas en donde se halló munición, uniformes y una granada. Pero no hubo capturas porque, según el escaneo de las comunicaciones, un taxista alcanzó a avisar que llegaba la Policía. “Ojo, se les están metiendo por detrás”, alertó.
Horas antes, en Montería, hubo otra reunión a puerta cerrada, en la que le anunciaron a Nieto que se acerca un gran golpe. Mientras este llega, la población de la zona espera que la tropa continúe haciendo presencia y erradique la violencia y la zozobra que causa el crimen organizado.
Van 1.034 capturas y 94 narcotoneladas incautadas
El corte de cuentas de la operación Agamenón es la mejor evidencia de su efectividad, pero también del poderío del llamado ‘clan de Golfo’ al que se enfrenta la Policía. En 27 meses de operaciones sus hombres han capturado a 1.317 individuos, de los cuales 1.034 pertenecen a esa estructura criminal, reducto de las viejas autodefensas. Entre cabecillas capturados está ‘Zeta 5’, ‘Orejas’ y hasta Blanca Madrid, esposa de alias Otoniel y coordinadora de la red financiera de la organización criminal. Pero el principal objetivo neutralizado ha sido Jairo Durango Restrepo, alias Guagua, miembro del llamado ‘estado mayor del clan’. Le sigue Ulder Cardona Rueda, alias Pablito, mano derecha de Gavilán. Este cayó en Arboletes (Córdoba), el primero de mayo, con tres de sus lugartenientes, entre ellos su jefe de seguridad, el ‘Flaco’. En el operativo, se capturó a seis de sus hombres.
Agamenón ha ejecutado 367 operaciones de registro, asalto e interdicción que han permitido, entre otras cosas, incautarle al ‘clan’ 94 toneladas de coca, listas para enviar a Estados Unidos, Europa y Asia. También se les han destruido 81 laboratorios y más de 200 hectáreas de narcocultivos. Y a sus cabecillas y testaferros les han ocupado bienes avaluados en más de 338.000 millones de pesos. En algunos de ellos y en zona rural, la Policía ha encontrado caletas con dinero por 27.447 millones de pesos.
En estos operativos han participado hombres de la direcciones de Antinarcóticos, Investigación Criminal (Dijín), de Inteligencia (Dipol) y de Carabineros (Dicar). Algunos de ellos llevan más de 20 años en la Policía y han participado en golpes a campamentos de la guerrilla e incluso en el operativo del ‘Bronx’ en Bogotá. En noviembre del 2015, por primera vez fueron bombardeados los miembros de la banda en un operativo en Unguía (Chocó). Allí murieron 12 de sus integrantes. Pero Agamenón también tiene un componente social. Con obras hechas por sus hombres, ha logrado beneficiar con agua potable a 100.542 habitantes, y 49.670 niños están en el programa de Prevención de Educación para la Resistencia al Uso y Abuso de las Drogas.
Vía El Tiempo