El caso del día 26 de julio al final de la tarde en el que en un barrio de Chigorodó agredieron con arma blanca a un joven de 16 años, quien minutos después murió en la ambulancia en que estaba siendo trasladado deja en evidencia una triste y profunda crisis social.
En las redes sociales se encuentra con facilidad quien señala al mismo muerto y al mismo tiempo quien de manera airada lo defiende; el punto no es si era «el bueno o el malo» lo grave es que es otro joven muerto en un conflicto por nada y sin sentido y que seguramente no será el último. En las mismas redes algunos culpan al estado, otros a los familiares y así se reparten las cargas, aquí lo primero que se debe hacer es aceptar, entender y enfrentar la verdadera problemática. Culpa tenemos todos, como familia, como sociedad, como estado y la crisis es ya muy profunda. Vivimos en un país en PAZ en el que jóvenes menores de edad «niños» se matan entre sí por nada, la sociedad los censura y condena, los padres dicen «se me salió de las manos» y el estado no brinda garantías suficientes; esto sin hablar a fondo de componentes como hogares disfuncionales, abandono, drogadicción y otras cositas.
Tenemos una secretaria de gobierno que niega la verdadera problemática, que oculta la verdad, que sale en medios aliados a su administración a decir que todo está controlado por una medida inoperante que fue el toque de queda para menores, que aunque está vigente solo se cumplió el primer fin de semana y vieron lo que tanto se les dijo, que no podían con la medida y no había como aplicarla.
De manera seria se debería abordar el tema en el municipio desde todas las instancias, sumando fuerzas y conocimientos porque algo es real, los jóvenes no se van a dejar de matar por ofrecerles cursos en el SENA ni talleres de peluqueria y cosas por el estilo.
Nuestros jóvenes se matan y su sangre le clama a la sociedad.