Urabá - 25 noviembre, 2020

Joven campesino de Urabá, en las grandes ligas del género urbano

Por Noticias Urabá

Daniel López, hijo de campesinos plataneros de Turbo (Antioquía), fue galardonado con un Premio Luna 2020 en la categoría de «Nuevas Figuras», uno de los premios más importante de música urbana del país.

 

Mejor conocido como Dalton Urb, tuvo que competir con más de 10.000 artistas que se inscribieron con el objetivo de ganar en alguna de las seis categorías del concurso. El ganador se definió en una votación virtual realizada entre el 30 de abril y el lunes 23 de noviembre. 

Con tal reto a la mano, fue ahí cuando Dalton puso en práctica lo que le inculcaron sus padres: el trabajo y esfuerzo. Usando las redes sociales, el joven buscó ganar los votos suficientes con la ayuda indispensable de sus familiares, amigos y toda su comunidad en el Urabá.

La gala se realizó de manera virtual el pasado 24 de noviembre. Esa noche, con su canción ‘Guerrera Saiyajín’, Dalton se convirtió en el primer urabaense en ganar en los Premios Luna, y así se cumplió una promesa que se había planteado desde el 2017.

«En el momento que se enteró mi comunidad de que fui ganador, mucha gente me escribió y felicitó. Fue una sensación muy bonita», cuenta el artista, para quien este suceso es la culminación de sueños, promesas y grandes esfuerzos, y la meta de salida para convertirse en un referente de la música urbana en el país.

Del campo a la tarima

Empezaba la mañana y ya se sentían los pasos en el cultivo de los López. El sol aún no salía por el horizonte, pero el ambiente anunciaba una mañana calurosa de esas que se sienten en la piel. Daniel, con una gorra azul y unas botas pantaneras que casi llegaban a las rodillas, estaba listo para trabajar. A su alrededor, los machetes golpeaban los árboles de plátano del cultivo de sus padres una y otra vez, casi haciendo un ritmo para bailar. 

Les esperaba una jornada larga. Desde las 6:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde debían recorrer los sembrados para asegurarse de que la producción saliese a la perfección. Daniel igual lo hacía con una sonrisa. Sus padres le habían inculcado desde pequeño el amor al trabajo y al esfuerzo. 

Pero por los sembrados de los López no solo retumbaban los machetes. También sonaba su voz. Desde temprano sus tíos tenían que escucharlo cantar canciones de reggaetoneros como Daddy Yankee, Don Omar y Tego Calderon, artistas a los que admiró desde pequeño.

Criado en medio de árboles de plátano en la vereda Piedrecitas de Turbo (Antioquia), Daniel siempre vio a sus padres trabajar con esfuerzo para sacarlo a él y a su hermana adelante. “Lo único que las personas tienen en la vida son sus manos para trabajar”, le inculcó su padre desde pequeño. 

Pero además del plátano, su vida siempre estuvo atada a un balón. Su padre, un apasionado por el Atlético Nacional, siempre veía a John Jairo ‘La turbina’ Trellez haciendo goles que cantaban en todo el municipio. Y aunque Daniel no alcanzó a ver a ‘La turbina’, en su infancia centenares de jugadores nacidos en la región del Urabá acapararon la prensa nacional: Amaranto Perea, de Currulao; Camilo Zuñiga, de Chigorodó; o Juan Guillermo Cuadrado, de Necoclí, por nombrar algunos. Con ellos y con su padre su sueño por ser futbolista crecía todos los días.

En el 2011 lo llamaron a probarse con el equipo Bogotá FC, de la segunda división colombiana. Allí, al menos por un tiempo corto, cumplió su sueño de ponerse sus guayos, sus guantes y atajar. Pero a veces la vida es injusta.

Tuvo una lesión, cambió su rendimiento y el sueño de tapar con Nacional desapareció. “Ha sido de las cosas más difíciles que me han pasado en la vida. Fue como perder a un ser querido porque había sido mi meta desde que tengo memoria”, cuenta. El equipo había ido a jugar en Boyacá, donde cayeron derrotados, en buena parte, por su culpa. “Lloré las tres horas entre Tunja y Bogotá. No sabía cómo llamar a mi papá para decirle. No me salían las palabras”: ese mismo día lo sacaron del equipo.

Salió de la casa de jugadores y se fue a vivir donde su tía en la localidad de Bosa, en Bogotá. Allí sacó adelante el bachillerato y trabajó en un asadero, pero extrañaba Urabá, el pescado fresco que comía casi en todos los almuerzos y los patacones con el plátano de su familia.

Volvió a Turbo en 2014, a la casa donde su madre cantaba a grito herido canciones de Rafael Orozco que él tarareaba en su cabeza cuando la sentía lejos. Allí, Daniel presentó el Icfes y, con ganas de cumplir un sueño nuevo, aplicó para estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Antioquia (UdeA).

“Eran 35 cupos y quedé en el puesto 35. Ni me lo creía”, dice. Curiosamente, fue en la universidad donde Daniel se reencontró con las canciones que cantaba en el cultivo de su padres. Perdió la timidez que lo caracterizó durante los años del colegio y se entregó a las cámaras y a la composición de música urbana.

Otra vez sus sueños volvían a estar frente a sus ojos. Empezó a cantar en las discotecas de la zona y, a pesar de que cada vez que se subía a una tarima su corazón se paraba por un instante y su estómago empezaba a crujir, una vez cogía el micrófono se transformaba por completo.

Pasaron tres años y ya era hora de un nombre artístico: Danito, como lo llamaban en Bogotá, fue la elección y así, en 2017, atravesó toda la costa Caribe para ser voluntario en los Premios Luna, creados en Barranquilla en el año 2000 para reconocer el talento de los artistas locales. 

Daniel cogió el carro de su papá  y manejó 544 kilómetros para llegar a la capital del Atlántico. Se hospedó en un hotel para camioneros y logró asistir a la premiación como voluntario. Ese año, al ver a Oscar D’ León, Richie Ray, Bobby Cruz y a Ñejo, otro de esos artistas con los que creció, se juró volver como nominado.

Regresó a casa, se graduó de comunicador y se empleó en la Alcaldía para ejercer su profesión. Pero la deuda consigo mismo estaba pendiente. Dedicarse a la música, entonces, no daba espera, por lo que renunció al trabajo. Dejó el nombre Danito atrás y se puso Dalton, una unión de su nombre, su apellido y el ritmo. Empezó a componer en forma, a trabajar con productores y a ganarse un nombre en la región. 

En su casa, donde por décadas sus padres habían escuchado salsa y vallenato casi de manera exclusiva, empezaron a sonar canciones de reggaetón con más intensidad. Así, el pasado 30 de septiembre, en medio de una tarde de calor intenso, con algo de música de fondo y sentado en la sala, Daniel vio en su celular que los Premios Luna habían anunciado los nominados de su edición número 20.

Con el corazón acelerado, recordó esas noches en las que no podía dormir y su mente deambulaba. Para acostarme me ponía a imaginar cosas. Lo primero que yo me imaginaba era ser futbolista profesional: salía a un estadio repleto de gente que coreaba mi nombre. También soñaba con ser artista y cantar en una tarima”Ingresó al link de la página, cerró los ojos y le pidió a Dios aparecer en la lista. Empezó a deslisarze por la web y vio su nombre: Dalton Urb, nominado a la categoría nuevas figuras.

Con su promesa ya cumplida en los Premios Luna, Dalton espera que el galardón abra muchas puertas en el mundo de la música, no solo para dar a conocer su trabajo y amor por el género urbano, sino para seguir enorgulleciendo a aquellos que han creído en él desde el inicio y seguirle llevando buenas noticias a su tierra que ha llorado por años el conflicto armado.

Fuente: https://semanarural.com/web/articulo/-el-joven-urabaense-que-conquisto-los-premios-musicales-del-pais/1692