Una de las regiones de Antioquia más vulnerables por el cambio climático es Urabá, según las proyecciones del Ideam. Las inundaciones en época de lluvia, la escasez de agua cuando hay sequías, el aumento del nivel del mar, la erosión de los suelos, y la deforestación, son algunos de los problemas que enfrenta la región y por los cuales, si no se contempla un plan para mitigar estos efectos, la zona sufrirá graves consecuencias.
La región del Urabá, Nutibara y Urrao, está conformada por 19 municipios que integran la jurisdicción de la Corporación Autónoma Regional Corpourabá. El territorio cuenta con 9.378 hectáreas de páramos, 304.000 de humedales, 916.600 de áreas boscosas, 5.687 de manglar zonificadas y 43.842 declaradas como áreas protegidas regionales.
Toda esta riqueza ambiental contrasta con las altas tasas de deforestación que se registran en la zona, que en 2014 alcanzaron las 3.826 hectáreas. Es decir, un 2,73 por ciento del total del país.
Por esta razón, Corpourabá lideró la creación del Plan Clima y Paz 2040: Urabá Antioqueño, Nutibara y Urrao, que además de proponer estrategias para mitigar los efectos del clima, incluye también una dimensión para fortalecer el tejido social y la construcción de paz.
El plan, que fue desarrollado desde finales de 2015, será socializado el próximo 14 de febrero en el auditorio de la Cámara de Comercio del Municipio de Apartadó. Además de Corpourbá, la Corporación Desarrollo y Paz de Córdoba y Urabá (Cordupaz) y el grupo E3 Asesorías también participaron en la preparación y asesoría técnica para lograr este objetivo.
Riesgos climáticos
El Ideam reveló que para el año 2070, las temperaturas en las zonas planas y costeras del Urabá podrían subir hasta en 1,9 grados centígrados, mientras que para 2100, en la mayor parte del territorio el aumento sería de hasta 3 grados.
Frente a los riesgos que enfrentan las zonas costeras por el aumento del nivel del mar, el Instituto Alexander Von Humboldt pudo concluir en un estudio que cerca del 55 por ciento de la costa del Caribe colombiano se verá afectada por inundaciones marinas.
El Urabá antioqueño tiene una línea de 514 kilómetros de costa, por lo cual municipios costeros como Turbo, Necoclí y San Juan de Urabá, son los que presentan riegos elevados frente al aumento del nivel del mar, que podría subir hasta en 30 centímetros al año 2030.
En cuanto a los niveles de precipitación, se prevé que para 2100 aumenten en un 10 por ciento en temporada de lluvias, y que en el mismo porcentaje se disminuyan en temporada seca. Por lo cual los riesgos de inundaciones y escasez de agua serían más devastadores que hoy en día.
Para Claudia Martínez, directora ejecutiva de E3 Asesorías, si la situación sigue tal y como va, sin ningún control o plan de contingencia, en una década podrían desaparecer algunos ecosistemas.
“Los municipios que hacen parte de Corpourabá van desde el páramo hasta el mar, no es la región del banano y ya. Hay que pensar en que el páramo en las condiciones actuales desaparecería en 10 años. O por ejemplo, si la temperatura aumenta un grado centígrado, habrá que subir los cultivos de café 400 metros más”, dijo Martínez.
Dentro de las investigaciones que se llevaron a cabo se localizó dos de los municipios con mayor vulnerabilidad por el cambio climático: Carepa y Turbo.
Carepa es un territorio fuertemente golpeado por la deforestación, por la erosión de suelos, y la falta de planes de contingencia para emergencias ambientales.
El secretario de Agricultura y Medio Ambiente del municipio, Omar Alexander Escobar, manifestó que en 2016 hubo que decretar calamidad pública en los dos semestres del año.
“En el primer semestre tuvimos que hacerlo por desabastecimiento de agua, el municipio estaba seco; luego, pasamos de un extremo a otro porque hubo que decretar calamidad pública por inundaciones en los últimos meses del año”, afirmó Escobar.
De tal manera que con la implementación de este plan, según manifestó Escobar, se podría empezar a solucionar problemáticas causadas por la falta de infraestructura, como las inundaciones que el año pasado afectaron a más de 50 familias en Carepa.
¿En qué consiste el plan?
Arbey Molina, subdirector de Planeación y Ordenamiento Territorial de Corpourabá, explicó que la región ha sido golpeada simultáneamente por el cambio climático y por el conflicto armado. Por eso, el objetivo consistió en construir un plan para enfrentar ambas problemáticas por igual, y así surgió la iniciativa para desarrollar el Plan Clima y Paz 2040: Urabá Antioqueño, Nutibara y Urrao.
“Este plan tiene, además de mitigar los efectos del clima, el fortalecimiento del tejido social porque incluye un enfoque sobre la diversidad. Urabá es una región diversa a nivel cultural, social y en recursos naturales”, apuntó Molina.
Para Martínez, los mismos pobladores de la región deben ser quienes propicien los cambios, y para eso es necesario reunir a la gente en pos de un mismo objetivo.
“Lo importante en Urabá no es solo el cambio climático, sino lograr visualizar una paz positiva congregando a la gente en una visión común de la región”, afirmó Martínez.
Corpourabá, Cordupaz, y la empresa E3 Asesorías, implementaron en más de un año de trabajo, diferentes mesas de trabajo que incluyeron talleres y conversatorios con la comunidad para elaborar una visión conjunta del futuro para la región, y la proyección de unas metas que deben cumplirse hasta el año 2040.
“Hicimos un mapeo social de las iniciativas más significativas y se recopilaron 70 experiencias. Se creó un consejo regional de cambio climático y paz que reunió organizaciones públicas y privadas, de la región, del gobierno nacional y departamental”, expresó Molina.
Para el plan se crearon nueve comités temáticos que trabajarían el mismo número de ejes contemplados. Se contó con la participación de 105 organizaciones y 309 personas.
Los temas en los cuales se va el plan pretende trabajar con una proyección a largo plazo, pero con acciones inmediatas, son: Agricultura y ganadería, gestión del agua, biodiversidad y ecosistemas, entornos resilientes, infraestructura con menos emisiones (puertos y vías), nuevas economías sostenibles, fortalecimiento del tejido social, educación y cultura, y ordenamiento territorial.
“El plan contempla un adecuado ordenamiento territorial porque si no ordenamos el territorio no hacemos nada. Este es un eje transversal para conseguir los objetivos planteados”, manifestó Molina.
Estrategias
Una de las estrategias tiene que ver con la disminución de las emisiones de carbono. El Urabá es una zona agroindustrial con alto consumo de agua. En este sentido, el plan propone establecer sistemas de ahorro y uso eficiente del recurso hídrico.
En cuanto a la ganadería, actividad que produce mayor efecto invernadero, el objetivo es lograr que se desarrolle de una manera más silvopastoril, amigable con el medio ambiente.
La asesoría técnica de E3, empresa que ya tenía experiencia en el desarrollo de ocho planes para enfrentar el cambio climático en diferentes departamentos del país, incluyendo la experiencia con Cartagena, resultó fundamental a la hora de plantear estrategias para tratar el problema de la erosión de suelo y el aumento del nivel del mar en las ciudades costeras.
“Trataremos de hacer una infraestructura similar a lo que está haciendo Cartagena para proteger a los municipios más vulnerables en la línea de la costa, también contemplamos la protección de las fuentes de agua, mediante un cuidado integral de nuestras cuencas”, dijo Molina.
Otro de los frentes para cubrir es la deforestación. Desde Corpourabá se ha venido trabajando con el proyecto Banco2, que inició en 2013 gracias a Cornare, avalado por Naciones Unidas y soportada por el Banco Mundial.
Banco2 es un esquema de protección del medio ambiente que compensa económicamente a las familias que se vinculan al proyecto, a cambio de la prestación de servicios ambientales. De esta manera, son los mismos pobladores los encargados de preservar los bosques existentes.
Corpourabá lo comenzó a implementar en su jurisdicción en el 2015, y a la fecha ya hay 1.075 hectáreas protegidas bajo esta modalidad, gracias a la colaboración de 47 familias de los municipios de Mutatá, Chigorodó, Carepa Apartadó y Turbo, Frontino y Abriaquí.
“Son los mismos campesinos quienes están protegiendo nuestros bosques y los mantienen tal cual están. Eso es mucho más importante que otros programas. Nuestro objetivo debe estar enfocado, no en remplazar, sino en mantener y ampliar las hectáreas existentes”, manifestó Molina.
Los 19 municipios de la jurisdicción de Corpourabá van desde los páramos hasta el nivel del mar, por tal razón también se contemplan estrategias para regiones como Urrao, una zona con vocación forestal y donde hay actividad minera. En el plan se contempla trabajar de la mano con los alcaldes para combatir la minería ilegal, y para preservar las laderas de las montañas, evitando la tala de bosques y trasladando las actividades a las zonas planas.
El año pasado, Corpourabá declaró 336.000 hectáreas en áreas de reservas temporales, las cuales están en proceso de legalización en el Ministerio de Medio Ambiente.
Según Molina, otro aspecto importante para tratar dentro de la conservación ambiental es la protección de un corredor en la parte alta de la Serranía de Abibe, donde nacen 23 ríos que surten los acueductos de la región, y es fundamental en el desarrollo de la actividad bananera.
Financiación
“Es necesario que se integren las empresas nacionales e internacionales, y todos los sectores de la sociedad porque con los recursos del Estado no alcanza para cubrir los costos en toda la jurisdicción”, aseguró Molina.
La primera fase del plan se desarrollaría a lo largo de los próximos ocho años, y el valor de la inversión para implementarlo asciende a un estimado de 20.000 millones de pesos anuales.
“Buscamos una sinergia entre lo que puede poner el sector privado, lo que está poniendo el sector público, y que creemos que se puede aumentar. Con este plan también se atraerán nuevos recursos para el desarrollo de la región”, dijo Martínez.