Como un hombre frío, calculador, al que no le tiembla la mano para disparar un arma u ordenar matar a otra persona. Esa es la descripción que aparece en expedientes de la Policía sobre el carácter de Nelson Darío Hurtado Simanca, uno de los jefes del ‘clan del Golfo’ que tendría bajo su mando el mayor número de hombres armados que hacen parte de esa organización ilegal.
El capo, de 47 años, a punta de amenazas y moviendo grandes sumas de dinero proveniente del narcotráfico y la minería ilegal ha logrado consolidar poder regional en parte del Urabá antioqueño y chocoano, en donde se mueve a pesar de los operativos de las autoridades.
Su poder es tal que tiene a su mando cerca de mil hombres armados, “distribuidos en cuatro bloques –los cuales conforman más de 20 frentes– en varias zonas del país”, señala el documento de las autoridades al que tuvo acceso EL TIEMPO.
Allí se lee que ‘Marihuano’ se convirtió en el segundo hombre más importante del ‘clan del Golfo’ y que incluso es quien maneja gran parte del negocio de la droga.
De acuerdo con la Policía, ‘Marihuano’ ha logrado mantener su injerencia criminal en zona rural de Riosucio, Juradó, Unguía y Acandí, en el Chocó, y allí ha librado una guerra a muerte con la guerrilla del Eln, que ha intentado aumentar su presencia en varios municipios de ese departamento.
Tiene bajo su mando cerca de mil hombres distribuidos en cuatro bloques conformados por más de 20 frentes en varias zonas del país
Para la gente del ‘clan’ y del Eln es importante tener el control del “Tapón del Darién Chocoano, zona fronteriza con Panamá, porque es un área estratégica para el tráfico de estupefacientes, armas, municiones y explosivos; así como gran cantidad de mercancía de contrabando que ingresa a Colombia proveniente del país vecino”, dice el dosier de ‘Marihuano’.
Para la Policía, él es “el principal responsable de ordenar homicidios selectivos, desplazamiento forzado y extorsiones en los departamentos de Córdoba, Antioquia y Chocó”.
De allí que por este hombre se ofrezcan hasta 580 millones de pesos de recompensa, y sea catalogado como un objetivo de primer nivel, por lo que el mismo presidente Iván Duque ordenó a la Fuerza Pública priorizar su captura.
Fuentes humanas relataron a los investigadores de la Policía que después del fallido sometimiento a la justicia de ‘Otoniel’ y parte de los hombres del ‘clan’ (hace dos años), alias Marihuano fue de los que se mantuvo del lado del jefe de la estructura criminal, quien con su ofrecimiento al Gobierno (sometimiento) generó una fuerte división en la organización que originó que se hablara de desconocer su autoridad o incluso de asesinarlo.
Tras la captura, en agosto de 2018, de Carlos Mario Tuberquia, alias Nicolás, quien, además de ser el segundo al mando de ‘Otoniel’, adelantaba las conversaciones con el Gobierno para el sometimiento, ‘Marihuano’ se trepó en la estructura de la red criminal.
Dentro de la investigación adelantada en su contra se advierte que ‘Marihuano’ es uno de los que han venido impulsando la nueva generación de los llamados ‘narcos invisibles’, y “mantiene una estrecha relación con ellos en Medellín, los cuales son los encargados de proveerle armamento, víveres y logística para el sostenimiento de su red criminal”.
Como todos los narcos del ‘clan’, ‘Marihuano’ es excéntrico, le gusta la ropa de marca, los relojes y los licores finos. Contrata a arquitectos, a quienes les paga millones, para que le construyan lujosas cabañas, en lugares estratégicos de la selva del Darién chocoano, con el fin de departir con su círculo familiar, personas de confianza y narcotraficantes, con quienes realiza ostentosas fiestas.
Hurtado nació en San Pedro de Urabá, en Antioquia, la misma región donde hace cerca de dos décadas –después de la desmovilización de las autodefensas– se asentaron los hermanos Úsuga David para conformar su red criminal. Fuentes de la Policía afirman que tiene una fortuna que le ha permitido mantenerse a salvo de las autoridades a pesar de sus graves crímenes.
Su anillo de seguridad está compuesto por unos 30 hombres, que se dividen en dos grupos de vigilancia, se esconde en los litorales y utiliza la riqueza fluvial del Chocó para eludir a las autoridades. En su contra ya hay seis órdenes de captura por homicidio, concierto para delinquir con fines de narcotráfico, desaparición forzada, secuestro extorsivo, terrorismo y desplazamiento forzado.
Fuente: Eltiempo