El video grabado en la estación de bomberos sigue vendiéndose en el centro de la ciudad. Para los protagonistas fue una pesadilla y para los uniformados terminó siendo una bendición.
Los gemidos de Mimi aún se escuchan en los computadores, celulares inteligentes y televisores de las personas que buscan por internet o compran en el Centro de Barranquilla el video en el que dos jóvenes costeños sostienen relaciones sexuales en la Estación de Bomberos Voluntarios de Puerto Colombia.
Han pasado tres años desde que esa grabación pornográfica causó revuelo. El heraldo publicó el 15 de febrero de 2012 un artículo sobre el escándalo y desde entonces ha tenido 634.462 vistas, de las cuales 462.045 fueron entre enero y agosto de este año.
La grabación puso al municipio atlanticense en el mapa de los buscadores de películas para adultos. A partir de esa época Puerto dejó de ser referenciado únicamente por su muelle de 1.219 metros que entraba al Mar Caribe y que desde su construcción en 1888 hasta mediados del siglo XX fue vital para el desarrollo económico y comercial de Barranquilla y el país. Ahora, la localidad también es asociada en el ámbito virtual a la filmación de 57 minutos en la que aparecía el único camión para atender emergencias y el tubo por donde los bomberos se deslizaban.
“Dificultades financieras” llevaron a los actores y al excomandante de los Bomberos Alfredo Vargas a participar de la grabación: los primeros activamente y el segundo prestando las instalaciones como locación. Aunque las imágenes fueron publicadas en una página pornográfica en internet el 5 de mayo de 2011, casi un año después el video comenzó a circular por Barranquilla y en ese momento los participantes terminaron expuestos a la luz pública.
Bajo los reflectores
Con la filmación circulando por la ciudad y los protagonistas y la estación de Puerto Colombia en boca de todos, comenzó el drama. El heraldo recogió en esa oportunidad las declaraciones de los participantes.
Mimi (nombre usado en la grabación por la joven de 20 años que protagoniza la cinta para adultos) calificó la experiencia de “pesadilla” y no dudó en asegurar que ese había sido “el peor error de su vida”, aunque se justificó al decir que lo hizo para pagarse la universidad con los tres millones que cobró por dos videos.
En la nota quedó consignado que sentía vergüenza con su familia y su pareja, además consideró lo que hizo “un mal negocio”, debido a que el dinero que ganó “no pagaba” los daños sociales, el sufrimiento y el estigma al que estaba siendo sometida. “Mis padres aún no saben nada, ni en mi casa, pero mi novio se enteró y esto ha destruido mi relación”, dijo en una publicación del 16 de febrero de 2012.
La barranquillera agregó que le tocó cerrar las redes sociales “por todos los ataques y los mensajes horribles” que le estaban llegando. Recalcó que no lo hizo por gusto ni por placer: “Este es un error del que tengo que aprender y el que no volveré a cometer jamás en mi vida”.
En el mismo artículo, el protagonista (de 22 años) también alegó haber participado en la grabación por necesidad. “Me pagaban $300.000 por video y, bueno, era plata fácil y se suponía que no se verían en el país”, señaló. Agregó que filmó unos 38 videos categoría XXX, todo como una ayuda extra para pagarse los estudios.
Este medio intentó contactarlos nuevamente, a través de diversas fuentes, para saber qué ha sido de sus vidas, pero no fue posible localizarlos.
“Video bendito”
Gonzalo Restrepo es el comandante de bomberos de Puerto Colombia. Ha dedicado 14 de sus 42 años a trabajar “ayudando en las emergencias” y “brindando apoyo a los habitantes del Municipio”. Camina por la estación mostrando los nuevos equipos que han adquirido y la remodelación del lugar. Con su rostro serio, suelta de improvisto la afirmación: “Ese video porno fue una bendición para los bomberos de este país”.
Restrepo se sienta en el patio. Cuenta que al momento de “estallar el escándalo” llevaba tres días de haber asumido el cargo. Para él la situación fue una deshonra porque a cada congreso que asistía “los colegas nos reconocían por el ‘bendito’ video y se reían”; además muchos carros que pasaban paraban en la vía a “burlarse”.
“Llegó un momento en el que parecíamos un atractivo turístico. La gente llegaba a tomarse fotos en la entrada”, expresa con el rostro enrojecido.
Espanta una mosca, como si ahuyentara los malos momentos: “Todo fue por la situación dura que pasábamos, no teníamos recursos”, dice como si tratara de justificar el que hubiesen alquilado el lugar, decisión que le fue reprochada al anterior comandante.
Aunque nunca se reveló el monto, se sabe que el alquiler rondó los $500.000, que fueron usados para comprar uniformes y equipos.
“En ese momento –relata Restrepo– éramos cinco bomberos y una máquina de 1.800 galones. No recibíamos sueldo, prestaciones ni seguridad social. El colmo es que los días de lluvia atendíamos emergencias mientras la estación se inundaba”.
Cuatro años después la estación ha recibido los “beneficios” de haber sido una locación para pornografía. Ahora en la entrada hay una garita con un circuito cerrado de vigilancia; el viejo camión comprado en 2007 no duerme solo ni a la intemperie: a su lado hay una nueva máquina y son guardados en un hangar terminado el año pasado. “Tenemos cuatro cuatrimotos para el control de playas, dos Jet Ski o motos acuáticas, dos embarcaciones con motor y cuatro volquetas. Antes éramos cinco unidades, ahora somos 70, entre los que hay 20 rescatistas”, indica orgulloso el comandante.
Asegura que lo que más satisfacción le da es que ahora los reconocen como “el fénix del cuerpo de bomberos” y que incluso el caso “inspiró” la promulgación de la Ley 1575 del 21 de agosto de 2012, conocida como la Ley General de Bomberos de Colombia.
En ella se crea “una estructura bomberil a nivel nacional, departamental y distrital, con funciones específicas”. También establece el Fondo Nacional de Bomberos “para fortalecer y dotar de recursos a los Cuerpos de Bomberos en todo el país, con ingresos provenientes de las aseguradoras y presupuestos gubernamentales”.
Para Restrepo lo más importante es que tienen un sueldo, seguridad social, prestaciones y seguros de vida. “Ya no estamos desamparados. Quién diría que gracias a ese video que nos volvió una burla, la situación nos cambiaría para bien”, expresa.
Lo cierto es que mientras el video seguirá siendo buscado en internet o en el Centro de Barranquilla, los 57 minutos de grabación depararon una suerte dispar para sus participantes: los protagonistas intentaron borrar de sus vidas un episodio que consideraban bochornosos; Duván Frutos lo muestra como parte de su proceso en la producción audiovisual y una ayuda para terminar sus estudios y para los bomberos terminó siendo una voz de protesta que les permitió mejorar sus condiciones laborales.
Testigo directo
“Hacer porno tiene su ciencia y en Colombia había que perfeccionarlo porque era rudimentario”, señala Duván Frutos, realizador audiovisual de 26 años que hizo parte del grupo que grabó estas películas para adultos.
Cuenta Frutos que cursaba octavo semestre de comunicación cuando lo contactaron de la productora. “Dejé mis estudios para concentrarme en el trabajo. Alcancé a grabar unas 260 películas en Barranquilla, Cali, Manizales y Cartagena, entre otras ciudades”, relata vía telefónica y señala que la de Puerto Colombia fue la tercera que hicieron.
Para él todo fue “muy profesional” y hacía parte de sus ganas de aprender diferentes narrativas audiovisuales. “Para mí era como cualquier trabajo. Me aportó mucho conocimiento y en la parte económica me permitió ahorrar para costearme la parte final de mis estudios y guardar un poco para mi maestría”, expresa.
Sobre el escándalo que se desató, asegura que eran conscientes de que “en algún momento se iba a regar porque estaba en internet”, pero que lo intentaron manejar “tranquilizando a los actores de que el equipo no estaba con la intención de promoverlo comercialmente en Colombia, porque no había clientes que lo pagaran”.
Afirma que esa fue la única parte negativa “porque fueron las actrices las más afectadas”, pero trataron de manejarlo con calma “mientras pasaba la tormenta durante un par de meses” y después siguieron “trabajando normal”.
Recuerda el realizador que en ese tiempo la producción costaba entre 4 y 6 millones de pesos. “Casi todas las chicas –dice– eran prepagos y luego de hacerles casting las mandábamos a hacerse exámenes para descartar enfermedades, igual con los hombres”.
Frutos dice que no quiere “juzgar a la sociedad Barranquillera” pero cree que todavía tiene algunos “miedos con la idea de exhibir el cuerpo”. Manifiesta que “en una ciudad más avanzada esto se habría visto de otra manera” pero que “el mismo tabú hace que la gente se interese por ver más y más”. Expresa que eso “fue lo que causó tanto revuelo”, aunque considera que “lo que más impactó fue el uso de sitios conocidos” y eso “desató las fantasías de las personas al ver sexo en sitios que conocían o habían visitado, sitios reales”.
Señala que su último video fue a finales de 2013 y ahora se dedica a proyectos personales “que no tienen nada que ver con pornografía”, aunque tiene la intención de volver a grabar más adelante “pero en Estados Unidos, para ver cómo se mueve allá la industria”.
Fenómenos de la web
Mauricio Jaramillo, especialista en redes sociales, afirma que una noticia de esas “siempre llama la atención” y si tiene un toque local entonces se multiplica el interés de la gente. “Una vez me pasó en un medio de comunicación en el que trabajaba que una nota que durante seis meses había funcionado normal de repente se disparó. Empezamos a averiguar qué había pasado para determinar de dónde estaba viniendo el mayor tráfico”, cuenta vía telefónica.
Explica que descubrieron que la mayor cantidad de usuarios estaba entrando por Twitter. “La nota la había replicado una persona en Ecuador con más de 600.000 seguidores y eso aumentó el tráfico”, añade.
En cuanto al incremento de las vistas, asegura que 634.462 son una cantidad descomunal para un artículo con tantos años. Manifiesta que pornografía con actores locales “es una mezcla explosiva”.
“Hubo una época en la que ese contenido era el rey del tráfico y continúa siendo atractivo para muchas audiencias. Si se le mete el toque local, la gente quiere saber y ver a los protagonistas”.
Recuerda que hace poco hubo una situación similar con la red social de infieles AshleyMadison. “Se supo que se habían filtrado datos personales de los usuarios y se podía conocer geográficamente de dónde eran. Eso generó una explosión de búsqueda increíble”, dice Jaramillo.
Ganancias de un video
Carlos cuenta que lleva 12 años en el negocio de la venta callejera de películas en el Centro de la ciudad. Por sus manos han pasado “clásicos taquilleros del cine”, como la trilogía de El Señor de los Anillos, El Padrino, Los Juegos del Hambre y la saga de Rápido y Furioso, entre otras. Sin embargo, asegura que nada causó tanto furor como los videos porno que se grabaron en Barranquilla y sus alrededores.
Para esa época “se vendían hasta seis videítos diarios, a tres luquitas ($3.000) cada uno; todo el mundo quería ver a los pelaos esos en la estación”. Luego aparecieron más videos locales con otros protagonistas, lo que volvió el negocio lucrativo ante la variedad que podía escoger el público. “Llegamos a tener hasta 80 videos diferentes y se vendían bastante”.
Carlos rebusca entre las cajas que tiene en una mesa que se sostiene precariamente y encuentra la cinta. Con ojos nerviosos mira a lado y lado, aunque los transeúntes están ocupados viendo las vitrinas comerciales y no se percatan de uno de los tantos comerciantes de películas estacionados en la carrera 44. Introduce el DVD y baja todo el volumen al televisor. En la pantalla aparece Mimi enfundada en un apretado short beige y una blusa morada de encajes. Con un contoneo insinuante llega hasta la estación del cuerpo de socorro donde la espera su coprotagonista, vestido con parte de la indumentaria bomberil. Carlos detiene el video “antes de que empiece la acción”, dice con sonrisa maliciosa.
El vendedor de 38 años tiene una explicación a la ‘voracidad’ con la que los compradores adquirían las grabaciones con ‘estrellas porno’ locales. “La gente pensaba encontrarse a la vecinita, a la amiguita de la universidad o a la buenota que viajaba en el bus. Es decir, cualquiera podía ser la del video; además de que eran filmados en lugares que todo el mundo conoce o del que tenían referencias: eso aumentaba el morbo”.
José González, psicólogo especialista en sexología, da una explicación similar a la del comerciante. “Las investigaciones indican que mientras más parecidos son los protagonistas de un video a la audiencia, más se identifican las personas. Es lo mismo que pasa con la publicidad”, explica. (Ver análisis Un ambiente conocido es más excitante).
Otro de los motivos a los que Carlos atribuye el éxito es “que el sexo en la sociedad costeña sigue siendo un tema tabú, por eso se escandalizan tanto cuando ven las imágenes, pero esa misma prohibición los obliga a seguir viendo. El morbo no los deja quitar los ojos de la pantalla”.
Explica que “los 15 minutos de fama pasaron” porque hoy esa grabación “no se comercializa como antes”. Aclara que esto sucede no solo con este video, sino con “el porno y las películas en general”. Señala que el internet ha ido quitándoles espacio: “Con wifi y un computador tienes acceso a todo, aunque para conseguir los últimos estrenos tienen que venir a nosotros”.
Actualmente el video se consigue en $2.000 y va acompañado por otras dos grabaciones anunciadas en la portada con letras fulgurantes y rodeadas de llamas: “Costeñas calientes”, “Barranquilleras Hot” o “Sexo en Chiva”.
Análisis: Un ambiente conocido es más excitante
El consumo de pornografía debe tratarse con responsabilidad y de manera recreativa. Una cosa es ver la pornografía de una forma saludable, para enriquecer la vida conyugal, y otra es ver videos para adultos todo el tiempo, al extremo de perder el trabajo y la familia.
En ese punto la persona debe preguntarse: ¿Me está haciendo daño? Con los videos que se grabaron en la ciudad pasa que las personas se excitan más con lugares que son conocidos porque sienten la fantasía más real; también influye la posibilidad de que el protagonista resulte alguien conocido o puedan encontrárselo en la calle. La cercanía genera más excitación, más estimulación visual. Las investigaciones revelan que entre más parecidos sean los sujetos de las escenas a los televidentes, más dominio y efecto tiene la pornografía en ellos.
José Manuel González es psicólogo, especialista en sexología clínica, magíster en investigación y candidato a ph. D. de la Universidad de La Habana.