La aparente desaparición forzada de “Siopas”, uno de los máximos líderes del Clan del Golfo, a manos de sus socios, refuerza la idea de una ruptura dentro de ese cartel narcotraficante que podría afectar su disposición frente al proyecto de “paz total” del Gobierno.
A principios de esta semana, las agencias de seguridad interceptaron una conversación entre familiares de Wilmer Antonio Giraldo Quiroz (“Siopas”), en la cual manifestaban su preocupación por el paradero del cabecilla.
Giraldo fue citado a una reunión el pasado fin de semana, con otros comandantes de la estructura ilegal en un campamento ubicado en la selva chocoana.
Una hipótesis de los investigadores es que sus colegas lo mataron y desaparecieron el cuerpo.
Sus allegados le perdieron el rastro, aunque de momento no han instaurado denuncia penal por la supuesta desaparición. Las agencias de Inteligencia activaron sus fuentes y sistemas de comunicación para confirmar si era cierta la información.
Desde el Comando General de las FF.MM. indicaron a este diario que, mientras no tengan evidencia concreta, no se pronunciarán sobre el caso. En el fondo, quieren evitar otra salida en falso como la ocurrida con alias “Iván Mordisco”, el líder de las disidencias de las Farc, quien fue dado por muerto en un bombardeo en Caquetá y luego apareció “vivito y coleando”.
De momento, no hay una confirmación oficial del paradero de “Siopas”. Al parecer su familia está buscando a un brujo que les ayude a localizarlo, vivo o muerto.
Débil alianza
“Siopas” llegó al Clan del Golfo en 2009, luego de militar en la guerrilla de las Farc desde 1995. Su primera jefatura fue en el frente Zuley Guerra, que delinquía en la costa sur de Córdoba, entre Arboletes y San Bernardo del Viento.
Allí se ganó la confianza de Dairo Úsuga (“Otoniel”), el jefe del Clan, en especial por su destreza en los ataques terroristas y los planes pistola contra la Fuerza Pública.
Cuando “Otoniel” fue capturado en 2021 y extraditado al año siguiente, hubo una reorganización en el estado mayor, es decir, la cúpula del Clan. Esta estructura, conformada por cuatro o cinco comandantes, lidera a los cuatro bloques y 23 frentes en los que se divide el cartel.
En esa mesa directiva se sentaron “Chiquito Malo”, “Siopas”, “Gonzalito” y “Rodrigo Flechas”. De ellos debía salir el nuevo jefe, pero no hubo consenso, según fuentes de Inteligencia.
Unos frentes apoyaban a Jobanis Ávila (“Chiquito Malo”), un exparamilitar del bloque Bananero especializado en asuntos de dinero y narcotráfico; y otros propusieron a “Siopas”, el exguerrillero con fuerte don de mando sobre la tropa.
“A ‘Otoniel’ le preocupaba dejar su organización al mando de ‘Chiquito Malo’, porque él se involucraba muy poco en el manejo de la tropa, pero sabía que sus clientes lo preferían por sus contactos para el narcotráfico”, contó un agente que investiga al Clan.
A “Chiquito” le dieron la jefatura del bloque Central Urabá, con frentes en Antioquia, Catatumbo y los Llanos Orientales; y a “Siopas” le correspondió el bloque Jairo Durango, con injerencia en la Costa Pacífica, desde Chocó hasta Nariño.
Cuando estaban en esa repartición de zonas, explicaron las fuentes, hubo una fuerte discusión sobre quién debía controlar el frente Carlos Vásquez, localizado en la frontera de ambos bloques y con base de operaciones en Apartadó, el municipio donde nació “Siopas” hace 42 años. Este último reclamó el frente, uno de los más acaudalados y poderosos del Clan, con 600 integrantes y control del embarcadero de El Zungo (Carepa), pero perdió el pulso contra “Chiquito”.
Esto produjo fisuras en la relación, que se confirmaron cuando el grupo comenzó los diálogos exploratorios con el Gobierno. Como voceros de paz, el Clan postuló a “Chiquito Malo”, “Gonzalito”, “Negro Perea” “Flechas”, “Byron”, “Chirimoya”, Alex Sierra y Luis Pérez. En la lista no apareció “Siopas”, lo que generó suspicacias en la estructura
Investigadores policiales han manifestado que el exguerrillero no estaba seguro de participar en la “paz total”, por lo que el estado mayor lo habría relegado.
Cuando la Fiscalía se negó a suspender las órdenes de captura de dichos voceros, el pasado 13 de enero, las conversaciones entre el Gobierno y el Clan entraron en una fase de enfriamiento.
El distanciamiento se agravó el 4 de febrero, cuando el grupo ilegal secuestró por varias horas a tres fiscales y un funcionario de juzgado en Tarazá. La Fiscalía le atribuyó el hecho a “Gonzalito”.
Mientras este aparente desorden ocurre en Colombia, “Otoniel” sigue cooperando con la justicia de EE.UU. Una corte de Nueva York aceptó su acuerdo de culpabilidad (plea agreement), por el que el capo será condenado, con una rebaja en su futura sentencia.
Ha sido tal el nivel de cooperación, según fuentes cercanas al caso, que la justicia estadounidense le concedió la libertad a su hermana Ninni Úsuga (“la Negra”), aplicando el recurso de “tiempo servido”, en el que le homologaron el tiempo que estuvo detenida en Colombia.
Las preguntas del millón son: ¿a quién delató ‘Otoniel’ para que liberaran a su hermana? ¿Y qué piensa él de la forma en que están comandando su organización?