Estos son algunos de los planes que puede disfrutar si viaja a Urabá
Por Noticias UrabáSon 290 km de playa con los que cuenta el Urabá. Conozca el encanto de esa esquina bañada por el mar.
Como hace 500 años, cuando la codicia de los españoles atracó en el Urabá, esa tierra bañada por agua espera volver a brillar. Pero esta vez no por las miradas feroces de quienes orquestaron el saqueo, sino por aquellos que, desprevenidos, hasta allí quieren viajar. La punta en forma de “U”, que entreteje el sur con el centro del continente, quiere ser cuna del turismo y, para que eso sea una realidad, se creó Antioquia tiene Mar.
La iniciativa, liderada por la Secretaría de Turismo departamental, la Universidad de Antioquia y la Corporación Turística Urabá Darién Caribe, con el apoyo de las alcaldías de Necoclí, Arboletes, Turbo y San Juan de Urabá, pretende impulsar los atractivos de este destino que cuenta con 515 kilómetros de costa y 290 kilómetros de playas para ofertar; y más ahora, cuando los trabajos en el Túnel del Toyo avanzan en un 60% y prometen que, para finales de 2022, la autopista de cuarta generación Mar 2 entrará en operación.
Con ese corredor habilitado, el sueño de conectar a las montañas del Aburrá con el mar de Urabá se avizora menos lejano, pues solo cuatro horas y 30 minutos separarían a ambos destinos.
Para tal gesta se preparan hoy los habitantes de esa subregión. Con la frecuencia de un ritual, algunos limpian las playas, otros crean empresas a base de los sedimentos que arroja el Atrato al mar y un puñado más, mediante sus chiveros pintados de colores, engalanan las autopistas planas y los caminos polvorientos, mientras transportan a sus pasajeros al son del bullerengue.
Diga sí, no se arrepentirá
No es creencia infundada que esta subregión, como los 11 municipios que la integran, ha cargado con un lastre durante décadas. La inseguridad y el narcotráfico han extendido sus tentáculos por estas tierras y han querido dominarlo todo.
Pero su espíritu, cuenta Rangel, quien se ufana de ser uno de los mejores chiveros de Arboletes, no se ha dejado doblegar, como tampoco lo hicieron los indios que enfrentaron a los europeos en San Sebastián de Urabá.
Trepado en su chivero, este paisa costeño, como se reconoce, atiende a turistas locales y nacionales mediante el abanico de cuentos que tiene para echar. Se sabe desde los componentes del volcán de lodo, que en su relato es distinto a un volcán, hasta las dinámicas de colonización y posterior crecimiento de los municipios de la región.
“Aunque son varios los parecidos que tenemos con otras partes de la costa, cuando viene el turista, y quiere irse a Cartagena o Santa Marta, nosotros tenemos varios encantos que nos diferencian de los demás”, afirma el conductor, para quien el volcán de lodo del que tanto habla es la puerta de entrada a Urabá.
Pese a que este atractivo se encuentra actualmente en mantenimiento, por lo que no podrá ser usado formalmente hasta 2022, José Francisco confirma que esa es la “chispa” de su tierra, porque —cuando tuvo la oportunidad de viajar a Medellín— se enteró de que por ese ejemplar era que la gente reconocía en el mapa a su localidad.
Allí coordina, de la mano de la administración, el proyecto “Playas limpias y seguras”, en el cual trabajan 105 personas, la mayoría mujeres cabezas de hogar, que tratan de desmitificar a punta de rastrillos y fuerza corporal, que las playas del Urabá son “feas” y que, además, lidian con las afugias de la suciedad.
Aunque no es un secreto que el Atrato y los afluentes del río León terminan en el mar que baña la región, hoy implementan iniciativas para aprovechar la sedimentación de esos ríos y que los sitios turísticos estén a punto.
Madera Salada, emprendimiento liderado por mujeres, transforma la madera que arrojan estos corredores de agua dulce al mar. Tras retirarlos de las playas, los convierten en cuadros, muebles y suvenires. De las 15.000 toneladas de troncos que llegan a las playas cada año, aprovechan unas 3.000 al mes.
Hay variedad
.Este, sin embargo, es uno de los tantos atractivos que tiene la región. En Necoclí, por ejemplo, se habla más de comida, del cangrejo azul, que está en vía de extinción, y del róbalo, el bagre chivo y las anchoas que, en vez de los frijoles y el chicharrón del interior, se enlistan entre los platos frecuentes para ofrecer.
En medio de bullerengue, cantaoras y bailaoras amenizan las noches de ese punto que, hasta hace poco, estuvo desbordado por el paso diario de miles de migrantes. Ahora, afirman hoteleros y habitantes, la crisis se superó. Son escasos los haitianos y cubanos que, por estos días, ocupan sus playas mientras persiguen el sueño americano.
Pero si el plan no es solo bañarse y disfrutar al pie del mar, entre cocoteros, ceibas y mangos, también están los manglares y las comunidades pesqueras, como las de Puerto Girón, en Apartadó, donde en medio del río León se ingenian panaderías tradicionales y donde Aladín, un patriarca de 112 años, tiene mucho por contar.
En medio de su mar, que lo es también verde, de plátano, esta tierra pone de presente sus entrañas como si lo entregara todo. Como si este tiempo que corre, pese a las desgracias superadas y las necesidades no resueltas (ver Paréntesis), fuese su última oportunidad.
La Esquina de Oro del departamento espera que las miradas de sus coterráneos allí vuelvan a parar. Que cuando estos piensen en irse a Cartagena o cruzar el Caribe para llegar a San Andrés, no lo duden una, dos ni tres veces y se decidan, en un acto de hermandad, por el Urabá.
Fuente: https://www.elcolombiano.com/antioquia/turismo-en-el-uraba-antioqueno-MP16197931