Cada día es más crítica la situación del volcán de lodo de Arboletes, que sufre serias amenazas de que lo devore el mar: hace décadas la playa estaba a tres kilómetros y hoy la distancia, si acaso, son 50 metros.
La erosión marina, que es un azote de todas las playas de Urabá, golpea con más fuerza en esta localidad, que está en los límites con el departamento de Córdoba y sufre la fuerza de los vientos, la brisa y la corriente marina.
El alcalde, Lorenzo Acuña, reconoce todos los problemas del volcán y asegura que está buscando soluciones.
“Arboletes tiene vocación agrícola y pecuaria, pero su segundo renglón es el turismo y el tema preocupa”, aclara. Dice que en Urabá están a la espera de un desembolso de $15.000 millones que el gobernador, Luis Pérez, anunció para invertir en frenar la erosión costera.
“Sea verano o invierno, todo afecta el volcán: en verano la mareta golpea fuerte las orillas y va comiendo; y en invierno, la corriente viene de arriba hacia abajo abriendo grietas entre la playa y el volcán”, explica Rangel Carvallo, exconcejal y uno de los líderes que lucha porque el Gobierno solucione esta situación.
El volcán, por estar en una propiedad privada, no ha podido ser intervenido a fondo por las autoridades, que solo podrían actuar en la playa. En 2010 se invirtieron $9.000 millones para la construcción de espolones, pero las obras se hicieron en la zona hotelera y no junto al volcán, que está a un kilómetro de la cabecera municipal.
Riesgo inminente
Melanie Méndez, politóloga de la Universidad Nacional que cursa una especialización en Gestión Ambiental, adelanta una investigación sobre el tema. Recuerda que en 1999 se aprobó el Acuerdo 007, que declaró el volcán patrimonio turístico y cultural, lo cual faculta al Municipio para adquirir el bien e intervenir la zona. Señala que a las últimas administraciones se les ha planteado el tema, pero ninguna ha tomado decisiones de fondo.
“Ese fenómeno -que el volcán desaparezca- sucederá muy pronto y generará una catástrofe ambiental que nadie ha calculado; pero habrá otra social, se acabará el turismo y son cerca de 2.000 familias que quedarán sin empleo, pues acá el turista viene más que todo por el volcán, no por la playa”, afirma Melanie.
Luján Reyes Padilla, periodista y abanderado de la causa, pide que no se hagan más diagnósticos y se enfoque el dinero en la intervención.
“Si lo que se han gastado en investigación lo hubieran invertido en obras, ya estaría solucionado el problema”, concluye Luján.