Urabá - 26 junio, 2023

23 migrantes rescatados en una embarcación ilegal en Urabá

Por Noticias Urabá

Entre las personas rescatadas había cinco menores de edad y una mujer embarazada.

La Armada de Colombia, por medio de la Estación de Guardacostas de Urabá, rescató a 23 migrantes, entre los que se encuentran 18 ciudadanos venezolanos y 5 ecuatorianos. Además, entre las personas rescatadas había cinco menores de edad y una mujer embarazada, quienes viajaban a bordo de una embarcación no autorizada con destino a Centroamérica.

Lo anterior se dio durante operaciones de patrullaje y control marítimo en las aguas del Golfo de Urabá, cuando una Unidad de Reacción Rápida de Guardacostas identificó e interceptó una embarcación sospechosa a dos millas náuticas de Cabo Tiburón, en Chocó. Este vehículo, al parecer, pretendía cruzar la frontera con Panamá.

Los tripulantes eran dos individuos de nacionalidad colombiana, quienes transportaban de manera ilegal a los migrantes sin cumplir con las condiciones mínimas de seguridad y sin acatar la normativa marítima vigente. Por tanto, fueron capturados y entregados a las autoridades.

Hasta donde se sabe, las personas rescatadas ya fueron trasladadas a la Estación de Guardacostas de Urabá, donde se verificó su estado de salud y se pusieron a disposición de las autoridades de Migración Colombia.

Finalmente, la Armada de Colombia, a través de la Fuerza Naval del Caribe, afirmó que continuará desarrollando operaciones para enfrentar el delito transnacional de tráfico de migrantes. Su objetivo es garantizar la seguridad y el bienestar de todos los habitantes de esta región del país.

La migración ilegal

Pensar en un mejor futuro, con oportunidades y una vida más digna, es lo que impulsa a la mayoría de inmigrantes ilegales a arriesgarse en un viaje que puede ser tan incierto como peligroso. El problema no es solo de los países que reciben esa ola migratoria, también lo es para aquellos que se convirtieron en lugares de tránsito en ese propósito, como Colombia.

Las imágenes suceden a diario, en la frontera de México con Estados Unidos, miles de personas llegadas desde cualquier rincón del mundo tratan de cruzar los límites a como dé lugar, aun a costa de su integridad. De ello se aprovechan los que solo pueden denominarse como mercaderes de la muerte, mafias que se lucran de ese sueño americano, secuestran, violentan, están al servicio del narcotráfico, para quienes la vida vale tan poco que no importa para dejarla tirada en el camino muriendo de sed o asfixiada en contenedores olvidados en cualquier carretera.

La travesía comienza en algún país de Centroamérica, Suramérica, el Caribe o en lejanas naciones del África o del Asia, y quien la emprende sabe o lo han convencido de que lo más difícil es llegar de manera directa al destino soñado. Por ello, en el recorrido se incluye a Colombia, que es eslabón de esa cadena hasta ahora irrompible y de efectos perversos.

De los miles que llegan al país, casi siempre a través de las fronteras con Ecuador o Venezuela, cientos no alcanzan ni siquiera a pasar el primer obstáculo, el Tapón del Darién, esa selva hasta hace poco impenetrable, que desemboca en Panamá. En Colombia, la migración ilegal también se convirtió en un negocio mortal en el que poco importa la vida.

Para quienes logran superar el paso colombiano, les esperan meses de tortuoso camino por Centroamérica antes de llegar a la frontera final en México. A diario se conocen cientos de noticias diarias con las tragedias que allí se producen y de las aberraciones cometidas por los llamados ‘coyotes’, al servicio de las mafias que manejan el paso limítrofe.

Ante este fenómeno, la respuesta debe ser conjunta si se pretende acabar con el negocio en que se convirtió la migración ilegal y brindarles a quienes no tienen alternativa diferente que buscar un menor destino en otras latitudes, la posibilidad de hacer un proceso conforme a las leyes.