Son las 5:20 de la mañana, estamos frente a nuestra casa en Apartadó, Urabá, esperando el taxi para el viaje a la Finca la Europa, que acompañamos hace un tiempo. Tras un rato de espera, finalmente llega el carro para recogernos. Ayudándome con las maletas el chofer me susurra una disculpa. Anoche hubo rumores de problemas de orden público, así que no era seguro si iba a haber condiciones que permitieran el viaje. Algo que habíamos valorado en el equipo la noche anterior. Cuando salimos, todo parecía normal, en el bus nadie habla de problemas de seguridad.
Saliendo de Apartadó, alcanzamos ver un jeep doblar para San José de Apartadó. Hace poco, la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, que PBI acompaña desde hace muchos años ha alertado continuamente la presencia de grupos paramilitares en su región, cerca de la ruta al mar.
Nosotras seguimos esa misma ruta al mar. En el marco de un gigantesco proyecto para mejorar la infraestructura vial de Colombia, empezaron en el 2015 los proyectos Mar 1 y Mar 2, que conectarán Medellín con el mar caribe
Acercándonos por Turbo se ven varias publicidades para el nuevo puerto logístico Pisisí de Turbo, que está por construirse. Una vez terminado y conectado a través de Mar 1 y Mar 2 con Medellín, Buenaventura y otros “hubs” de transporte de Colombia, Turbo recibirá grandes barcos llenos de contenedores.
Pasando por Turbo, la gente empieza a hablar sobre una famosa familia Úsuga de este municipio. Otoniel, uno de los hermanos Úsuga, es el objetivo número uno de la operación Agamenón, que empezó en el 2015 en la región de Urabá con el fin de, según la policía nacional, combatir a Los Urabeños, hoy en día denominados por los entes estatales como el Clan del Golfo.
Mientras que la policía nacional destaca últimamente que las fuerzas del Clan del Golfo se han reducido en los últimos dos años a la mitad, ellos parecen habitar cada vez más veredas de Turbo y San José de Apartadó, donde no solamente la Comunidad de Paz indica un aumento de operaciones y presencia de grupos neoparamilitares.
En el trayecto desde el golfo de Urabá hacia el norte nos cruzamos con muchos camiones escoltados por la policía, una medida que se tomó por el aumento de las extorsiones y vacunas por parte de grupos neoparamilitares, que se incrementaron desde la salida de las Farc de los territorios
De Sincelejo, Sucre, continúa el viaje en colectivo hacia Ovejas. En el carro están los familiares de un policía que fue asesinado. Están en camino al sepelio. El almuerzo en Ovejas se da en un ambiente tenso, el casco urbano está lleno de miembros de la policía y el ejército con chalecos antibalas y armas largas.
Por fin llegamos a la finca. Los mototaxistas usan todas sus habilidades para traernos a nosotras y nuestras mochilas sanas y salvas a la Finca Europa. Este arte, el de manejar una moto en medio del barro, sigue siendo un misterio y un milagro para mí.
En la Finca Europa habitan aproximadamente cuarenta familias, que han regresado en los últimos años para reclamar su tierra después de haber sido desplazados en los noventas por la persecución y la violencia continua. La respuesta a este reclamo ha llegado en forma de daños a sus cultivos, intimidaciones y varios atentados a miembros de la asociación que los representa. Los siguientes días los pasamos con las personas de la finca, acompañándolos y compartiendo espacios de autoprotección integral con ellos.
En las noches nos juntamos frente a la televisión para ver las noticias y cada noche se pone más claro. Está vigente el llamado Plan Pistola. Se anuncia que este plan de los paramilitares llama a asesinar policías en varios departamentos y, sobre todo, en Urabá. Los días previos al viaje a la finca no solamente circularon rumores de panfletos firmados por las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia) contra quienes defienden los derechos humanos, sino también la policía anunció unas capturas y hallazgos claves.
Después de cuatro días estoy de regreso en la misma ruta y el discurso en los buses ha cambiado. Los pasajeros cuentan que los policías, que escoltan camiones, están muchas veces escoltados por el ejército. Se pueden ver retenes con policías con sus armas listas para disparar y acompañados por el ejército. “Sí, parece que las cosas se ponen bravas en Urabá” y “ese tipo de violencia no se ha visto desde los tiempos de Escobar” son frases que se escuchan mucho y se siente en el ambiente la incertidumbre sobre a donde irá esta coyuntura, en medio de la supuesta construcción de la paz.