El segundo al mando de esta banda criminal, después de alias «Otoniel», murió en un combate con la fuerza pública. El hecho lo confirmó el presidente Juan Manuel Santos.
La tarea de dar la noticia del golpe más fuerte al Clan del Golfo en los últimos cinco años, fue el propio presidente Juan Manuel Santos. A través de su cuenta de Twitter, el mandatario confirmó que en un enfrentamiento con la fuerza pública, murió Roberto Vargas Gutiérrez, alias Gavilán, el segundo en la línea de mando de esta banda criminal, liderada por Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”.
Tanto las autoridades colombianas, como las de Estados Unidos, venían trabajando en dupla para dar con el paradero de Gavilán. Sabían que era clave en la bacrim de los hermanos Úsuga, que era un narcotraficante con nexos en México, y que además, el gobierno norteamericano lo había incluido en la lista Clinton y había pedido su extradición en 2014. Sin embargo, Gavilán llevaba por lo menos una década en el radar de las autoridades pues su vínculo con el paramilitarismo se remontaba a los primero años de la aparición de las bacrim.
En 2006, cuando el proceso de paz entre el gobierno de Álvaro Uribe y las autodefensas entró en crisis, las fracciones del paramilitarismo que permanecían en la clandestinidad cobraron vigencia, se reiniciaron o fortalecieron las redes del narcotráfico, y Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, entró a liderar el rearme. Primero en el sur de Córdoba y después en el Bajo Cauca antioqueño y el Chocó, hasta restituir una estructura paramilitar.
Con el correr de los días, ante la ausencia de Vicente Castaño que al parecer murió asesinado, Don Mario logró el apoyo de los grupos que lo secundaban y se atrincheró en la región de Urabá pactando alianzas o enfrentando a sectores de la Oficina de Envigado. Inicialmente la banda criminal fue denominada “Los Urabeños”, pero ante el acoso de las autoridades, Don Mario quiso darle una identidad política como “autodefensas gaitanistas”.
Su propósito era buscar una fórmula de sometimiento con el Estado. Sin embargo, en abril de 2009, la Policía capturó a Don Mario en zona selvática de San Pedro de Urabá. Ante lo sucedido, los hermanos Juan de Dios y Dairo Úsuga, con un largo recorrido en el paramilitarismo, tomaron el mando de la organización. Entonces pasó a llamarse el Clan Úsuga, y bajo esta denominación siguió creciendo, pero también en la mira de las autoridades.
La última semana de 2011, en una finca en el Chocó, cayó abatido por la Policía Juan de Dios Úsuga. Su hermano Dairo Úsuga, más conocido como Otoniel, asumió el poder y estableció alianzas con otras bandas criminales, entre ellas la comandada por otro exparamilitar desde los tiempos de la Casa Castaño, llamado Roberto Vargas, alias “Gavilán”. El mismo año de la muerte de Juan de Dios Úsuga, salió del anonimato “Gavilán” por un doble asesinato.
El de los estudiantes de la Universidad de Los Andes, Mateo Matamala y Margarita Gómez, perpetrado en San Bernardo del Viento (Córdoba) en enero de 2011. Aunque algunos autores materiales y otros cómplices fueron capturados y procesados por este hecho, quedó en evidencia la activa participación de alias “Gavilán” en este y otros hechos de violencia en Córdoba, Sucre y la región del Bajo Cauca antioqueño, donde el Clan Úsuga siguió en ascenso.
Desde el pasado 29 de marzo de 2017, cuando asumió como vicepresidente el excomandante de la Policía, general (r) Óscar Naranjo, hizo público el imperativo del Estado de enfrentar de una vez por todas a esta organización narcotraficante, y además de amplios operativos en varias regiones, se hicieron públicos ofertas de recompensa por información que permitiera la captura de “Otoniel” y “Gavilán” entre otros mandos del que empezó a ser llamado el clan del Golfo.
El pasado mes de julio, también en zona selvática del Chocó, fue dado de baja Efrén Vargas, conocido como “Culo e toro”, hermano de “Gavilán”. También fue capturada una hermana. El cerco se siguió estrechando y hace algunas semanas llevó a que el clan del Golfo desarrollara un plan pistola para atacar a uniformados de la Policía en varias regiones. Incluso alcanzaron a promocionar paros armados. La caída de Gavilán constituye un golpe contundente, pero Otoniel sigue libre y el negocio de la coca no para.
Vía el espectador