La Policía, hoy, es blanco de un “plan pistola” de ese grupo ilegal. Según el comandante de la Policía del Urabá, región en la que son más fuertes, en el Clan del Golfo hay una gran crisis, generada por la división entre sus dos líderes: “Otoniel” y “Gavilán”.
Luego de que, el pasado 2 de mayo, en un operativo policial murió Uldar Cardona Rueda, alias Pablito, en la Policía las alarmas están encendidas: creen que para vengar la muerte de Cardona, uno de los más cercanos al jefe del clan del Golfo (Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel), los integrantes de ese grupo ilegal activaron el llamado “plan pistola”, por el cual, se supone, ofrecen más de $2 millones por cada uniformado que muera. Desde entonces van, por lo menos, diez policías muertos en ocho departamentos del país.
El Urabá es la zona en la que el Clan del Golfo tiene más poderío, pues es allí donde nació y donde se ha fortalecido, al punto que más de una vez ha paralizado la región con paros armados. El Espectador habló con el comandante de la Policía para el Urabá, coronel Luis Eduardo Soler, quien ha estado al frente de regiones complejas en materia de orden público como Cauca y Tumaco (Nariño). Sobre el mencionado “plan pistola” que hoy tiene a los policías de todo el país preocupados y hasta asustados, explica que en el Clan del Golfo se vive una purga para identificar quiénes están dando información a las autoridades y que, al igual que en su momento lo hicieron Pablo Escobar, las Farc o el Eln, los “planes pistola” se emprenden cuando los grupos ilegales se ven rodeados.
¿A qué se debe esta arremetida contra la Policía?
En las últimas semanas, al Clan del Golfo se le ha capturado y neutralizado a varios de sus líderes. Cayeron alias Bigotes, el Indio y Pablito, quienes formaban parte de la cúpula. Además de esas capturas, se les decomisaron 38 fusiles que recién habían adquirido, se destruyeron dos de los laboratorios de droga más importantes que tenían y más de mil kilogramos de cocaína. Esto, junto con la captura de otros mandos medios, los afectó muchísimo. En el interior del Clan hay un resquebrajamiento; se ve que ya no tienen el mismo músculo financiero. El enfrentamiento interno es entre los dos miembros más importantes del clan: alias Otoniel y Gavilán. El primero dirige todo lo relacionado con el narcotráfico, mientras que el segundo lidera el brazo militar. Gavilán no sabe cómo la Policía obtiene información tan fácilmente sobre ellos. Gente del Clan nos contó que en esa búsqueda por encontrar los responsables se han dado desavenencias entre los dos líderes y que incluso han matado miembros del Clan. Están desesperados. La gente empezó a confesar ante las autoridades porque le empezaron a deber meses de trabajo dentro del grupo criminal y se cansaron. No tienen el mismo dinero que antes. Este “plan pistola” es un intento desesperado de frenar las actuaciones de la Policía y de la Fuerza Pública en general.
¿Cuál es el clima dentro de la institución? ¿Qué les dice a sus hombres?
Lógico que todos sentimos temor. No hay un solo ser humano que no pueda sentirlo. Lo que pasa es que, a diferencia de muchas otras personas, nosotros decidimos entrar a la Policía y sabemos lo que eso implica. Uno sale de su casa todos los días, pero no sabe si va volver o en qué condiciones lo hará. Sin embargo, nos han formado para encarar situaciones muy difíciles como esta. Es complicado enfrentarse a un enemigo que es como un fantasma. Ese es nuestro mayor reto. En estos momentos difíciles lo que uno como cabeza visible hace es acompañar, más que exigir. Actualmente estoy a cargo de 1.500 hombres. Los miembros de la Policía esperan que uno como comandante no se quede “guardado” dentro de una oficina esperando qué pasa, sino que tome medidas para evitar más atentados.
¿Qué medidas se han tomado en ese sentido?
Lo primero fue sentarnos a analizar qué estábamos haciendo mal. Ahora salimos con más recaudos y con más apoyo. Aumentamos el número de hombres por cuadrante y reunimos más apoyo para evitar la desprotección de nuestros hombres. Hemos pedido apoyo, ahora contamos con 140 hombres más. También con el Ejército decidimos que si, por ejemplo, un policía sale a patrullar lo hace en compañía de un soldado. A pesar de que tres de nuestros hombres murieron y otros siete fueron heridos, llevamos varios días sin que, por lo menos en el Urabá, otro policía muera. Las medidas han servido. Lastimosamente en otras zonas del país no ha sucedido lo mismo.
¿Qué tanto ha repercutido la renuncia de las Farc a la guerra en el aumento de acciones del Clan del Golfo?
Lo que pasa es que han ganado más protagonismo. Se volvieron más visibles. Cuando ellos empiezan a matar policías, extorsionar y demás, pues claramente que sus acciones las empieza a ver todo el país. Hay que tener una cosa clara: el Clan del Golfo no está ocupando los espacios que las Farc dejaron porque hace rato ellos ya tenían sus rutas del narcotráfico totalmente claras. La guerrilla, en esta zona del país, tuvo más de mil hombres y el Clan del Golfo hoy no tiene esa capacidad en número de hombres. Un arma puede hacer mediático a cualquiera.
Desde hace varios años el Clan del Golfo ha intentado obtener un estatus político ¿Este “plan pistola” va en busca de ese propósito?
Claro que sí. Los comunicados que sacan en tono político, los videos que producen formando a la gente también forman parte de esa estrategia. Ellos quieren que el Gobierno les otorgue el carácter político que en su momento tuvieron los paramilitares y que tienen las guerrillas. Pero eso no va a pasar; el Clan del Golfo es un grupo narcotraficante que quiere tapar todos sus crímenes con una fachada política. Otoniel perteneció tanto a las Farc como a las autodefensas, pero nunca fue un ideólogo. Él estuvo manejando el narcotráfico para ambos bandos y no más. El presidente Santos ha sido claro en que jamás les brindará ese carácter político.
Es obvio que la situación de orden público, desde hace varios años, es complicada en el Urabá. ¿Cómo se entiende que en esta zona miembros de la Policía no tengan chalecos antibalas y deban recurrir a pedírselos a otros miembros de la Policía en Bogotá?
Nosotros tenemos un inventario en cada zona del país. En nuestro caso, cuando se aumenta el pie de fuerza, se solicitan nuevas herramientas para poder hacer nuestro trabajo. Dentro de eso, pues también se piden chalecos antibalas. Nosotros no hemos recibido material de segunda. Los chalecos son totalmente nuevos. Lo que se ha publicado es falso. Todos tienen los implementos que se requieren para seguir con las actividades.
¿Han tenido que dar un paso atrás en la ofensiva que se adelanta contra el Clan del Golfo en esta zona del país en el marco de la operación Agamenón?
Al contrario. Las operaciones continúan más que nunca. En todo el país se han intensificado los allanamientos y las capturas contra el Clan del Golfo. Es una lucha de frente. El trabajo que se ha puesto en marcha desde hace dos años y medio, aproximadamente, implica semanas y meses de trabajo de inteligencia. Es difícil enfrentarnos —como le dije— a una estructura fantasmal. Es un reto. Porque en esta zona del país es muy amplia y, además, tienen varias rutas para escabullirse. Pero siempre hemos estado a la ofensiva.
Hemos visto que, tan pronto cae un medio o alto mando del Clan del Golfo, este rápidamente es remplazado. Es un círculo vicioso. ¿Cómo se combate esta situación?
Esto es típico de las estructuras. Se trata, simplemente, de las mecánicas internas dentro del Clan. Ellos tienen que reacomodarse para seguir con sus actividades delictivas. La Fuerza Pública ha capturado 1.700 hombres del Clan del Golfo y seguiremos con las operaciones hasta desmantelar la estructura. Tampoco creo que este “plan pistola” sea uno de los últimos recaudos de ellos.
El senador del Centro Democrático Daniel Cabrales aseguró que conoció, por las filtraciones de informes de inteligencia de la Policía, que el “plan pistola” se ampliaría a funcionarios públicos, dirigentes políticos y altos miembros de las fuerzas armadas. ¿Conoce algo al respecto?
Hay unas alertas que nosotros sacamos sobre las posibles acciones que pueden hacer ellos. Nosotros tenemos que contemplar todo el posible accionar del Clan del Golfo. Tenemos que dimensionar el riesgo que representa. Hay que tener claro que estos son sólo alertas. Es arriesgado asegurar que ellos estén preparando acciones contra estos sectores de la población, pero tampoco podemos desconocer que en un futuro puedan suceder.
Vía El Espectador.