Se conocieron en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, en 2014. Desde entonces, este par de pugilistas formaron una amistad inquebrantable.
Siempre unidos, comparten cada momento, se la pasan de arriba para abajo cuando la selección de boxeo está en concentración, y cuando no, las llamadas son constantes y las conversaciones largas. Siempre están pendientes el uno del otro. Yuberjen Martínez y Ceiber Ávila son inseparables: compañeros, amigos, hermanos. Una amistad inmensa, inquebrantable que nació en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México, en 2014. Desde entonces fue creciendo y fortaleciéndose. “Hubo una buena chispa cuando nos conocimos; me tocó compartir cuarto con él y nos entendimos a la perfección. Después nuestra amistad se confirmó cuando nos reencontramos en una selección Antioquia, nos apegamos mucho”, cuenta Yuberjen.
Son del mismo tamaño, de la misma zona de Colombia: el Urabá. Yuberjen se crió en Arboletes (Antioquia) y Ceiber en Currulao, un corregimiento de Turbo. En esa esquina del país comenzaron sus sueños, en un cuadrilátero se abrieron camino por la vida, con los guantes puestos noquearon no solo a rivales sino también diferentes adversidades y ganaron algunos combates por decisión dividida. Así crecieron, enfrentando y luchando constantemente contra la pobreza, la necesidad y la indiferencia que existe sobre un sector dominado por las bandas criminales. Con ganas, entrega y dedicación salieron adelante en un difícil camino que terminó uniéndolos en los Centroamericanos y del Caribe.
Fuera del cuadrilátero hacen todo juntos: comen, gritan, saltan, corren. Yuberjen es la mala influencia, el inquieto, el que no se mide, el que se come un bocado de más y dice que al otro día sale a trotar para quemar esas calorías. Ceiber es su contraparte: mesurado, tranquilo, es consciente de lo que hace, todo lo analiza. Sabe las consecuencias de tomarse una gaseosa extra y nunca se quiere pasar. Pero esas diferencias marcadas en la personalidad del uno y del otro hacen que se atraigan como las cargas de símbolos opuestos. Y es cuando predominan los chistes, las risas, el desorden, porque en todo momento andan felices. “No siempre somos así, a veces somos peores”, dicen al unísono con una risa maliciosa al final, como si se hubieran puesto de acuerdo.
El más mediático, sin duda alguna, es Yuberjen Martínez (recordado por su actuación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016). Es espontáneo, alegre. “Es un personaje, no tiene día malo”, resalta Ceiber Ávila mirándolo y riéndose a la vez. “Ya estoy acostumbrado a que le pidan fotos. Es difícil cuando salimos a hacer compras, no rinde el tiempo porque a cada rato la gente es ‘Yuber, Yuber’ y él va de un lado a otro sonriendo y haciendo la misma pose de siempre. Nunca dice que no, tiene buena cara y paciencia con todas las personas que lo llaman, así que se toma el tiempo y se fotografía con todos sus admiradores. A veces me toca decirle ‘te espero en aquella tienda’ y yo voy adelantando o si no, nunca salimos”, añade.
Durante el entrenamiento el semblante cambia. Ambos se toman con seriedad el trabajo. Reguetón a todo volumen y hacen los ejercicios que les deja el entrenador cubano Rafael Iznaga: salto de lazo, trote, golpes, defensa. Todo. Nunca existe una queja de ellos dos. “Son unos deportistas que siempre están enfocados en sus objetivos. Dan lo mejor de sí para lograrlos y siempre están atentos a cualquier consejo para mejorar”, señala Iznaga, quien de la nada saca una sonrisa y concluye. “El problema es cuando están sin hacer nada, se la pasan molestando, haciendo bromas. En ese momento me pierdo para que no me la monten a mí”, a lo que añade Yuberjen: “Siempre estamos haciendo locuras, la recocha entre amigos siempre existirá porque como dicen por ahí, sin bullying no hay amistad. Así somos nosotros siempre”.
Y cuando están en competencia el enfoque es aún mayor. Dentro del cuadrilátero solo existe el rival y las palabras del entrenador. Pero desde afuera siempre va a estar el otro pendiente del movimiento de piernas, de la forma en la que posiciona el torso, en la defensa, en los golpes que suelta. “Siempre vamos a estar ahí apoyándonos. Y no solo él y yo. Nos pasa a todos los que conformamos esta selección de Colombia de boxeo. Creo que la unión es la que hace la fuerza y eso nos ha resultado hasta el momento. Este ha sido uno de los equipos más compactos que ha tenido el país en los últimos años y pienso que los resultados hablan por sí solos”, precisa Yuberjen.
(Vea aquí: las mejores imágenes del oro en salto largo de Caterine Ibargüen)
Así, entre risas, locuras, recocha y peleas, este combinado nacional avanza a paso firme en el ciclo olímpico, en el que dominó en este deporte en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta con ocho preseas doradas; en los Juegos Suramericanos de Cochabamba con seis de oro y ahora en Centroamericanos y del Caribe clasificó a siete pugilistas a las finales, entre ellos, los inseparables Yuberjen (49 kg) y Ceiber (52 kg).