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¿Cómo es vivir en un paraíso natural?

Desde hace 60 años la casa de doña Mariela Torres, la mamá de todos, la gran matrona, es habitada por hijos, nietos y nueras.

Sus padres y abuelos también vivieron allí: colonizaron la tierra, la trabajaron, rindieron culto al agua, hicieron comunidad con los Emberá katíos y le entregaron los frutos a la descendencia. Esa casona grande es hoy más que muros.

La vivienda está en Puenteadero, en Mutatá, al sur de Urabá, una reserva hídrica que, además de ser parte de la vida de la familia, es visitada por miles de turistas al año y se ha convertido en uno de los “charcos” naturales más apetecidos en Antioquia, ideal para esos “paseos de olla” de los que siempre quedan experiencias y anécdotas jocosas que se comparten una y otra vez con los amigos, y que nunca cansan, más bien agradan y suscitan risas.

La vista diaria del río en la madrugada es un privilegio. Elkin y Emilbia le deben gratitud, él les ha dado el sustento -las sabaletas y los barbudos han sido parte de su alimentación-. Siempre encuentran novedad, lo descubren todos los días, lo disfrutan, lo cuidan y lo respetan porque crecieron con él, y Salomé, Aura y Wilder, sus hijos, también lo harán.

Como si fuera la primera vez, cada tarde, bañarse y jugar en el agua, juntos, es un ritual. Llegan otros bañistas, es un lugar para todos.

Interesante

¿Cómo llegar?

Desde Medellín, en la Terminal del Norte, puedes tomar cualquier bus que vaya hacia Urabá. Desde Apartadó, uno que vaya directamente a Mutatá o hacia Medellín. En ambos casos bájate sobre la vía, en el sector Puenteadero, y camina unos 800 metros.

Vía Confama

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