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Viruela del mono: ¿una nueva pandemia?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que el brote de viruela del mono que se ha registrado en 16 países, entre ellos España, “todavía puede controlarse” porque el riesgo general de transmisión es “bajo”.

“Por lo que sabemos del virus y sus modos de transmisión, este brote aún puede contenerse, por lo que el objetivo es contenerlo y detenerlo”, dijo la experta en viruela y miembro del Programa de Emergencias de la agencia de la ONU, Rosamund Lewis.

De acuerdo con la OMS, es “poco probable” que el virus ya haya mutado, si bien considera que la transmisión puede estar siendo impulsada por la sociabilización que está habiendo en el mundo tras el levantamiento de las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus.

Este brote de viruela del mono se ha transmitido principalmente, como así lo ha recordado el organismo de Naciones Unidas, por contacto estrecho de piel a piel, si bien el virus también puede transmitirse por gotas de aliento y ropa de cama contaminada.

El periodo de incubación de la viruela del mono suele ser de seis a 13 días, si bien puede oscilar entre cinco y 21 días. “Todavía no tenemos información sobre si se transmite a través de los fluidos corporales”, recalcó Lewis, para instar a los grupos potencialmente de riesgo a “estar atentos” cuando estén en estrecho contacto con otras personas y recordar que puede afectar “a cualquier persona”, no solo a los hombres que mantienen sexo con hombres.

Epidemiólogo insiste en que aún “es pronto” para hablar de epidemia

Pese a la multiplicación de casos de viruela del mono, aún es “un poco pronto” para hablar de epidemia, aunque debemos permanecer alerta, aseguró el epidemiólogo Antoine Flahault, director del Instituto de salud global en la facultad de medicina de la universidad de Ginebra.

P: ¿Se puede hablar de epidemia?

R: Estamos asistiendo a la aparición de un proceso inusual que aún no está claro si se convertirá en una explosión epidémica o si se limitará a una propagación más contenida. En los últimos días, el número de los casos notificados se ha duplicado en tres o cuatro días, lo que podría indicar el crecimiento exponencial de una ola epidémica.

Pero también cabe preguntarse si la reciente cobertura mediática del fenómeno no ha animado a los pacientes a consultar a sus médicos y a estos a hablar más sobre el diagnóstico y a notificar los casos detectados. Por lo tanto, todavía es un poco pronto para hablar de una epidemia, pero el comienzo de una epidemia sí se parecería a lo que se está observando actualmente.

P: ¿Sorprende y preocupa la propagación de la enfermedad?

R: La aparición de este fenómeno, que es nuevo fuera de África ecuatorial, debe alertarnos y hacernos muy precavidos. Sería mucho más eficaz desde el punto de vista sanitario y mucho menos impactante desde el punto de vista social y económico, aislar los pocos casos detectados durante tres semanas y pedir una cuarentena para los contactos altamente sospechosos.

Actualmente, podemos tratar de desmantelar todas las cadenas de transmisión porque solo tenemos unos pocos, en lugar de esperar a vernos desbordados por una posible afluencia de casos para los que tenemos pocos conocimientos, pocos tratamientos o vacunas disponibles.

Por el momento, lo que se sabe del virus no nos hace temer una contaminación masiva de la población en general, salvo si el virus evoluciona.

Desde hace más de 50 años se sabe, por la experiencia africana, que este virus requiere un alto grado de contacto de persona a persona con alguien contagioso para permitir la infección.

P: ¿Existe un riesgo de que se transforme en pandemia mundial?

R: En este momento no se puede descartar ningún escenario, y la posibilidad de una pandemia no se puede descartar por completo. Sin embargo, hay otros escenarios menos pesimistas que son al menos igual de viables. Hasta ahora, no se ha informado de cadenas de infección de más de seis personas. La tasa de reproducción en África siempre ha sido inferior a 1, es decir, sin potencial pandémico.

Es posible que ahora se den las condiciones para que la transmisión entre humanos se vea facilitada por una mayor adaptación del virus, y también por las redes de comunidades humanas que viven en gran promiscuidad y con mucha movilidad.

La pandemia del VIH/Sida también comenzó con la infección de ciertos segmentos de la sociedad, como las comunidades homosexuales masculinas y las personas que intercambiaban agujas. Después, la pandemia se extendió hacia otros grupos de la población, como pacientes en transfusión, trabajadores del sexo, parejas heterosexuales y recién nacidos de madres infectadas.

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