En un acto reparador en el que participó medio centenar de víctimas, los sobrevivientes del conflicto plasmaron su huella de paz en el ‘árbol de la vida’. De esta forma conmemoraron el Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas.
A las 8 de la mañana todo estaba listo para darle la bienvenida a los invitados especiales: las víctimas. Ellos fueron los primeros sorprendidos al recibir el tributo que la sociedad les preparó en el Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, el primero en más de medio siglo que se da con un acuerdo de paz ya firmado.
Se trataba de un acto reparador. Uno, que va más allá de la entrega de recursos de la indemnización y que, quizás, muchos llevan años esperando, pero que cuando llega, pasa a ser ese complemento de las demás medidas que conducen hacia una verdadera reparación integral.
Don Rubén Castro, con más de 65 años de edad, tardó en asimilar la noticia de que sería indemnizando. “En el tiempo que llevo esperando nunca me pensé si me iban a dar algo o no, sino que seguí trabajando y llevando mi vida con honradez”, asegura.
El hombre, junto a otras personas mayores presentes, siente que aún tiene mucho que aportar a la paz del país, en especial ahora que ya existe un acuerdo de paz firmado con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en proceso de desmovilización.
Así fue como uno a uno, las víctimas pasaron frente a un muro y fueron plasmando su huella, representada por una mano. En ella escribieron un mensaje de esperanza, en una especie de árbol de la vida dibujado en la pared.
“Partiendo de este acto reparador, los invito a todos a que escriban en estas manos, como si fuera su propia huella. Plasmen lo que quieren aportarle a la paz. En ese árbol que esta frente a ustedes -que simboliza el valor de la vida de cada sobreviviente, y de sus seres amados-, escriban esa motivación que nos une en este día significativo” dijo Ángela Hernández, directora territorial de la Entidad.
A su turno, Birleyda Ballesteros, representante de la Mesa departamental de Víctimas, se declaró satisfecha de participar en el acto de conmemoración el cual, dijo, le permitió “recordar que son 18 años los que cumplo como líder y representante de la víctimas”.
Rápidamente se llenó el Árbol de la Vida. Lo hizo con vigor, con esperanza, echó raíces profundas, de cara al postconflicto. Cada vez recibió más manos, ávidas por ayudar y cargadas de amor. Todos quisieron dejar su huella. Unos con el perdón, otros a través de la tolerancia, el respeto, la paz, los más nobles y sinceros sentimientos de los sobrevivientes fijados en ese gran árbol que trascenderá en el tiempo y elimina barreras para quienes sueñan y creen en un país distinto.