Muchos de ellos son víctimas de peligrosas bandas de tráfico de personas, un fenómeno que no ha podido ser controlado.
Deambulando por las calles de Apartadó, en busca de comida y una cama para descansar, se ven cada mañana decenas de africanos y asiáticos que buscan el ‘sueño americano’.
“Solo buscaba mudarme, no sabía qué había en frente, pero sí lo que dejaba, por eso quería moverme. Aún no sé si voy a Panamá o a otro país de América”, expresó Cutu Buru, migrante.
Él zarpó hace 45 días desde un puerto en la República de Ghana, ahora, sin mucho dinero y con hambre busca cómo llegar Centroamérica.
Son meses de travesía clandestina. Cruzan en barco el océano Atlántico hasta Brasil. De allí, viajan en bus o por el peligroso río Amazonas hasta territorio colombiano y desde el Putumayo hacen recorridos por tierra hasta la región de Urabá, para seguir hacia Estados Unidos.
Un viaje tan largo deja marcas en su cuerpo. Casi todos presentan desnutrición y enfermedades tropicales. Son víctimas de robos y no cuentan con apoyo humanitario.
“En algunos lugares tuve que caminar, en otros tuve que volar, a otros llegué en bus”, añadió.
En lo que va del año, hay registro del paso de dos 1.600 personas provenientes especialmente de India, Pakistán, Congo y Camerún.