Mediante la conformación de la asociación Asopaquemás y la producción de diversos productos, entre ellos plátano con calidad para exportar, los campesinos de la vereda Paquemás en Turbo han recuperado la productividad de sus predios como parte del proceso de restitución de tierras.
“Voy a contar una historia a mis amigos, lo que pasó allá en la zona de Urabá, es una historia muy entristecida, cuando la cuento me dan ganas de llorar. Cuando de pronto se escuchó una voz de mando, que desocuparan las tierras de Paquemás, al principio pensábamos que era una broma, luego a lo lejos se escuchan detonaciones”.
Una y otra vez, estas frases musicalizadas que cuentan una de tantas historias del despojo y el desplazamiento que la violencia hizo sufrir a los urabaenses, resuenan en las fértiles tierras de Paquemás, una vereda del corregimiento El Tres, en Turbo. Luis Heriberto Medina las pronuncia como ofrenda, como regalo, para celebrar con sus vecinos que finalmente, en el ocaso de su vida, puede regresar a la tierrita que fue suya, ya limpia de tanta sangre que por ella corrió y ya sin la aterradora amenaza de las balas.
Luis Heriberto, que hoy ha convertido sus memorias en canción, llegó a Paquemás hace más de 20 años, tal como lo hicieron las 114 familias que poblaron inicialmente la vereda: El Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, Incora, que posteriormente se convertiría en el Incoder hasta su liquidación en 2015, entregó los terrenos que componían una antigua hacienda, para que los campesinos desarrollaran en ellos sus proyectos productivos.
Pero el ritmo tranquilo de la siembra y la cosecha duró poco. A partir de 1995, la violencia se generalizó en la zona. “Me tocó salir al pueblo de Turbo, fui vendedor de jugo especial de borojó. Y esta canción nace después de la violencia que tuvimos”, narró Luis Heriberto.
Oscura alianza
Las investigaciones judiciales sobre la violencia en Paquemás revelaron que un funcionario del Incora, mismo instituto que asignó los predios a los campesinos, se habría aliado con ganaderos, comerciantes y paramilitares, para despojarlos de sus predios.
Jorge Andrés Arias Hernández, coordinador del Área Social de la Unidad de Restitución de Tierras en Urabá, reconoció, enfatizando en que esa dependencia estatal no tiene competencia dentro de los procesos judiciales pero sí es encargada de documentar los casos para administrar el Registro de Tierras Abandonadas y Despojadas, que “efectivamente se allegaron testimonios, documentos y situaciones que inferían ciertas dinámicas complejas de un funcionario del Incora/Incoder. Esto fue objeto de valoración por parte del juez y digamos que él valora dentro de su decisión algunos hechos de violencia y comprende toda esta dinámica”. El funcionario añadió que “incluso la Superintendencia de Notariado y Registro sacó un estudio, más o menos en el 2014 (…), sobre cómo se hacían todos esos procesos de adjudicación y de acumulación, y que dictaminó algunos elementos que aquí sí se identificaban, algunas irregularidades en esos procesos que llevaba en su momento el Incora/Incoder”.
María Inés Guisao Tuberquia recuerda con tristeza esa asignación de los predios y el desplazamiento forzado que vino después: “Antes de ser despojada, esto nos lo dio Incora a mi marido, a un poco de gente, a un poco de parceleros para trabajar. En ese tiempo, nosotros no teníamos ayuda. Nos dieron las tierras y trabajábamos con lo que podíamos. Sembrábamos plátano, yuca, conseguimos un ganadito, teníamos unas vaquitas, teníamos animalitos. Vivíamos lo más de bien. Cuando de un momento a otro, se nos dañó”.
Ante la amenaza de la muerte, cientos de campesinos salieron de Paquemás. “Se metían a sus casas, los mataban, los amarraban. Entonces ya nos decían que ya nos tocaba desocupar estas tierras o si no perdíamos la vida. Yo no me sentí amenazada, gracias a Dios. Pero sí amenazaron a los demás. A mí me dijeron que teníamos que desocupar. Yo le dije a mi esposo, ‘pues desocupemos, porque esto no es de nosotros, la vida de nosotros vale más que un pedazo de tierra’ y entonces ahí sí, nos fuimos. Porque en esos días mataron el suegro y el yerno ahí al frente”, relató María Inés.
Tan solo llevando unas pocas pertenencias, Maria Inés y su familia partieron buscando salvaguardar su integridad. “Esa vez salimos para Montería y nos fue muy mal. Nos fue mal porque allá no se consigue casi trabajo. Yo pasaba por ahí de casa en casa, lavando, haciendo aseo, para la comidita de los niños y de mi marido que pasaba muy enfermo”.
Maria Inés asegura que la tristeza acortó la vida de su esposo, quien falleció al poco tiempo de llegar a la capital cordobesa: “Él sufría del corazón y no pudo con la pena de vernos mendigando”. Y muy pronto comenzaron las presiones para que ella entregara los títulos de la tierra que su compañero de vida había recibido. “La gente me decía a mí que vendiera. Yo dije ‘no, yo no vendo esto acá, porque en primer lugar eso no es mío’, decía yo. Me decían ‘no, usted con una platica por ahí buena, hace más que con ese pedazo de tierra ahí solo, y otra gente trabajándolo. Yo dije ‘que trabaje el que puede’ y que los dejen. A nosotros no nos dejaron trabajar, entonces yo dejo eso ahí como perdido, yo no vendo eso”.
Una nueva esperanza
Por más de 20 años, María Inés y su familia recorrieron Antioquia y Chocó intentando subsistir, hasta que en 2011, la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras le abrió la oportunidad de pensar en regresar a Paquemás.
“Al tiempo, llega la Ley de Restitución y dijeron ‘que mire, que los que tengan los títulos sobre las tierras de Paquemás, que se presenten a una reunión en el palacio de Apartadó’. Yo los tenía, pero muy feítos, pero no importa. Yo dije ‘ah bueno’. Nos fuimos y llevé mi poco de papeles a ver si era verdad. ‘No, que parece que van a volver a entregar las tierras que ustedes les había tocado dejar’. Yo dije ‘si no hay problema, sí. Si no, dejemos eso así como está’”, expresó.
Hace tres años, María Inés recibió su sentencia de restitución y regresó a su tierra, al principio con cierto temor: “Esto tenía un poco de ocupantes”, indicó la campesina mientras lazaba una corta mirada al terreno de enfrente, cruzando la carretera, donde quedaba a la vista una casa amplia, de dos plantas, de construcción reciente. “Al principio sí tenía un poco de temor de los de enfrente, pero no, son una gente buena, trabajadores, lo mismo que uno. Esa casa era de los duros de acá, los que tenían estas tierras cogidas todas, entonces hay unos que están en la cárcel, otros los mataron, eso es un voleo ahí. Pero hoy ahí están sólo los trabajadores, trabajando igual a uno”.
Los “duros” a los que se refirió María Inés eran, en efecto, una banda de falsos reclamantes de tierras que pretendían adueñarse de las parcelas de Paquemás mediante la utilización de documentación falsa y que fue desarticulada en 2015. El entonces vicefiscal general de la Nación, Jorge Perdomo, explicó a Blu Radio que el delito se cometía usando tres modalidades: “La primera consistía en que las supuestas víctimas se acercaban con documentación falsa a reclamar tierras; la segunda, quienes siendo víctimas legítimamente inician el proceso de reclamación y luego lo abandonan y son suplantados por otras personas; y tercera, son víctimas que hacen el trámite y se dejan estafar por personas que dicen ofrecer ayudas para el trámite, pero al final se quedan con las tierras reclamadas”.
El 22 de mayo de ese año, Caracol Radio publicó fragmentos de la sentencia que profirió la Sala Primera Civil Especializada de Restitución de Tierras el 19 de marzo de 2015, y que obligó a Álvaro Mesa Cadavid, uno de los capturados de la banda y hermano del exdiputado antioqueño Rodrigo Mesa Cadavid, a devolver las tierras de Paquemás.
En el fallo, el Tribunal Superior de Antioquia “declara impróspera la oposición planteada mediante apoderado judicial por Álvaro Mesa Cadavid, en consecuencia, no reconoce compensación, por no acreditarse el obrar de buena fe exenta de culpa”.
Por eso, hoy los habitantes d ella vereda que han retornado, están tranquilos. “Estamos contentos todos por un nuevo retorno a nuestras tierras, que tanto perdimos cuando nos tocó ‘abrirnos’”, dijo María Inés y agregó: “Mire la casita que me están haciendo, lo más de bonita, estoy contenta porque ya arreglé la casita también, que no la tenía”. Por su parte, Luis Heriberto expresó que “es un gozo y a la vez una felicidad saber que hoy muchos de nosotros estamos retornados, estamos felices, estamos disfrutando de proyectos”.
Calidad de exportación
Las familias restituidas de Paquemás conformaron la asociación Asopaquemás, con el fin de desarrollar proyectos productivos que les permitieran la subsistencia a través del trabajo de la tierra a la que retornaron.
María Nubia Vera, representante legal de la asociación, explicó que “tenemos la estrategia de reconciliación y por esta estrategia se hicieron diez empacadoras para las personas que tenían el proyecto de plátano”. Y es que de acuerdo con datos de la Unidad de Restitución de Tierras, en 2016 los campesinos de la zona exportaron 113 toneladas de ese fruto, que no es el único que se produce en la zona, pues además hay cultivos de maíz, maracuyá, mora, caña, aguacate, papa, café y sacha inchi.
Pero el objetivo de Asopaquemás no se detiene allí y aún hay varias parcelas productoras de plátano adelantando trámites para poder exportar. La clave, expresó María Nubia, está en la asociatividad: “Es importante que las víctimas estén legalmente constituidas, porque con eso hacemos presencia e incidencia, tanto en el municipio, en las mesas municipales de víctimas, como en el plan de desarrollo y también incidencia departamental y nacional. Eso hace que las víctimas seamos más visibles y que realmente nos presten atención como nos lo merecemos”.
Aún hay riesgos
Élkin Rocha Noriega, director territorial de la Unidad de Restitución de Tierras, reconoció que la presencia de grupos armados al margen de la ley, aún representa un riesgo para los campesinos retornados: “En Urabá, nuestros análisis dan cuenta, sin duda alguna, de estos señores del ‘clan del golfo’ y en zonas periféricas, porque nosotros tenemos jurisdicción no solamente sobre el eje bananero, hay accionar del Eln, sobre todo en el Chocó, en el Darién. Sin duda alguna, las Farc ya no representan un riesgo para el proceso de restitución de tierras”.
Sin embargo, la Fuerza Pública ha hecho presencia constante a través de una unidad especial para la protección de los retornados.
El reto restante lo trazan los procesos que aún no reciben sentencia. “Ya somon 42 familias que han retornado, pero de 40 a 50 personas estamos en proceso de restitución, porque todavía no nos ha llegado la sentencia, pero estamos a la espera”, declaró la representante legal de Asopaquemás, María Nubia Vera.