A pesar de que el pasado 17 de marzo el Gobierno Nacional cerró todas las fronteras del país, en un esfuerzo por impedir la propagación del coronavirus, cientos de migrantes irregulares continúan burlando los controles fronterizos y tienen en alerta máxima a los habitantes de la frontera colombo-panameña. Según confirmó la alcaldía de Necoclí, un municipio de Antioquia ubicado en el golfo de Urabá, las últimas mediciones daban cuenta de una aglomeración de por lo menos 294 extranjeros atrapados en territorio colombiano.
Según pudo conocer EL TIEMPO, el último censo realizado por el gobierno local, con fecha del 13 de abril, daba cuenta de 243 migrantes provenientes de Haití, 17 de Chile, 9 de Brasil, 7 de Venezuela, 4 de Cuba y los demás de países africanos como Guinea, Congo, Mauritania, Senegal y Camerún. Dentro de ese consolidado, al menos 67 eran menores de edad.
Jorge Augusto Tobón Castro, alcalde de Necoclí, explicó que la mayor preocupación consiste en que todos estos migrantes han atravesado los países en donde el coronavirus se está propagando con mayor velocidad, principalmente Brasil y Ecuador. Según detalló, el problema comenzó desde finales de marzo, cuando aproximadamente un centenar de ellos empezó a represarse en las playas del municipio al encontrar cerradas todas las rutas de transporte marítimo.
El municipio de Necoclí es uno de los lugares más afectados por el tránsito de migrantes irregulares en Colombia. Según datos de Migración Colombia al menos el 47 por ciento de las 77.597 detecciones de migrantes irregulares registradas entre 2012 y 2019 habían sido reportadas en los departamentos de Antioquia y Chocó.
La dinámica más común consiste en que la mayoría de ellos ingresan al país por la frontera con Ecuador, atravesando por tierra todo el costado occidental del país hasta llegar al Urabá antioqueño, principalmente a los municipios de Turbo y Necoclí. Desde allí toman transportes marítimos para llegar al corregimiento de Capurganá (en Acandí, Chocó) y luego adentrarse en la selva del Darién para llegar a Panamá.
La aparición de los primeros casos de coronavirus modificó sustancialmente esa ruta, ya que los transportadores del golfo suspendieron su servicio por miedo a contraer la enfermedad. A principios de marzo, esa decisión generó un represamiento de 400 migrantes, que pudo ser resuelto luego de que la Policía y las autoridades sanitarias mediaran con los transportadores e instalaran puestos de control para verificar el estado de salud de los extranjeros.
Sin embargo, ahora el problema es diferente, ya que mientras los transportadores de Capurganá cerraron su muelle, acatando la orden nacional de entrar en cuarentena, los migrantes continúan atravesando el sur del continente y burlan los controles fronterizos.
“Aunque por el momento tenemos aproximadamente 300 personas, tenemos información de que están llegando por las trochas entre Ecuador y Colombia entre 15 y 20 migrantes cada día. Según hemos podido determinar, la mayoría logra contratar en el camino a alguien que los transporte en moto o en carros pequeños”, detalló Tobón Castro.
Esta situación ha generado reacciones encontradas entre la población local. Mientras algunos temen que los migrantes traigan el virus y les exigen a las autoridades que los aíslen, otros han aprovechado el problema para obtener una fuente alternativa de ingresos, brindándoles hospedaje y alimentación bajo tarifas que varían entre los 10.000 y 20.000 pesos diarios por persona.
Intentando resolver ese conflicto, el gobierno local improvisó un albergue temporal en un coliseo del municipio, para detectar a tiempo si los migrantes presentan síntomas del virus, a la vez que les cubre sus necesidades básicas. Así mismo, la Alcaldía expidió un decreto con el que prohibió a los habitantes albergar a los migrantes, esto con el fin de reducir el riesgo de contagio.
Por ahora, la esperanza de ese municipio es que cuando se levante la cuarentena nacional se reactiven las rutas de transporte o se encuentre alguna alternativa para que los migrantes puedan continuar con su camino hacia el Centroamérica. Sin embargo, el alcalde Tobón Castro anticipa que si continúan llegando personas, la reducida capacidad del municipio se desbordará.
“Dios quiera que no, pero si se alarga la cuarentena yo no sé qué vamos a hacer, porque ya no tenemos recursos. Hemos hecho un esfuerzo muy grande, raspando la olla, pero dentro de poco no podremos seguirlos albergando. Estamos haciendo un llamado a las autoridades nacionales para que no nos dejen solos y nos ayuden así sea solo con comida” dijo Tobón.
Según explicaron las autoridades de salud locales por el momento ninguno de los migrantes ha presentado síntomas del virus. Sin embargo, el temor principal es que de continuar ese flujo sin ningún control eventualmente alguno traiga la enfermedad y esta se riegue entre la población.