Las playas de Necoclí, un atractivo turístico de Antioquia, no están llenas de turistas sino de migrantes. Son cerca de mil personas, entre ellas muchos niños, que duermen hacinadas en pequeñas carpas y la gran mayoría no cuenta con medidas de bioseguridad para hacerle frente al COVID-19.
Son migrantes de Cuba, Haití, Jamaica y México que llevan 20 días varados en esta región del Urabá antioqueño y pretenden cruzar el Darién.
Carlos Guevara es uno de ellos. Es cubano y asegura que salió de su país en busca del sueño americano, pues su esposa e hijo de 5 años están enfermos.
En cocinas improvisadas y precarias condiciones, las familias preparan sus alimentos. Le piden al gobierno local que los deje seguir su camino.
Lázaro Fundichelli, un migrante cubano, aseguró: “Todos los que estamos acá somos migrantes, lo que queremos es pasar únicamente, seguir nuestro camino, nosotros no queremos en ningún momento quedarnos acá”.
Esperan partir de Necoclí en lanchas hacia Acandí, Chocó, para poder llegar a Panamá. Sin embargo, dicen que no les quieren vender los tiquetes.
“No nos venden el tiquete porque las fronteras están cerradas supuestamente para nosotros, los migrantes, y están saliendo las lanchas ilegales”, denunció Ailen Campos, una migrante cubana.
Ante la situación, las autoridades locales piden ayuda urgente al gobierno nacional.
“Hago un llamado al gobierno nacional y departamental que nos ayuden porque la verdad es que estamos desbordados”, manifestó el alcalde de Necoclí, Jorge Tobón.
Urabá se ha convertido en el paso obligatorio para los migrantes que año tras año quedan varados en alguno de sus municipios.
En el año 2020 se aglomeraron en el municipio de Necoclí 300 migrantes, esta vez hay más de 1.000 migrantes y el alcalde teme una emergencia sanitaria.