El uso de cabinas, cámaras, túneles o arcos de aspersión para la aplicación de desinfectantes sobre las personas, que se han instalado en la entrada de varios centros hospitalarios, empresas, plazas de mercado y centros comerciales del país, no está recomendado por las autoridades sanitarias y no cuenta con evidencia científica que lo respalde.
Así lo acaba de informar el Ministerio de Salud al expedir una guía que no recomienda su uso y que
incluso señala posibles riesgos.
A pesar de que fabricantes han
asegurado que este sistema busca reducir la potencial contaminación
infecciosa viral presente sobre la superficie de la ropa de la persona
que ingresa a determinado lugar, lo cierto es que, según el Ministerio, los productos que se utilizan están autorizados para la desinfección de
superficies, equipos, dispositivos o aguas residuales, y no para
humanos.
“La aplicación directa sobre humanos no cuenta con
una evaluación de los posibles riesgos sobre la salud y posibles efectos derivados de la aplicación directa sobre las personas”, escribe el
Ministerio.
En la revisión que hizo el Ministerio se identificó
el uso de productos como amonio cuaternario, ozono, acido hipocloroso,
soluciones de hipoclorito, alcohol, catalizadores orgánicos, entre
otros, de los cuales “se menciona sin ningún fundamento que son seguros y que no afectan la salud de las personas”.
Y lo que es peor, a juicio de los expertos técnicos de la cartera: la gente que atraviesa estos sistemas no recibe información clara y
objetiva sobre el producto que le aplican o los potenciales riesgos que
representa; algunos ingresan sin tapabocas exponiendo directamente
la boca y nariz; otros con este elemento, pero no lo cambian después del proceso; se pude inhalar la sustancia de desinfección; es infrecuente
el uso de protección ocular y algunos entran con ropa que no cubre sus
brazos y piernas, haciendo que la sustancia entre en contacto directo
con la piel.
Un proceso de desinfección efectivo, explica el
Ministerio, debe considerar factores como la limpieza previa del objeto, la carga orgánica e inorgánica presente, el tipo y nivel de
contaminación microbiana existente, la concentración y el tiempo de
exposición al germicida, la naturaleza física del objeto, la temperatura y el pH del proceso de desinfección. En el caso del nuevo coronavirus
las investigaciones han señalado que puede permanecer durante uno o
dos días sobre superficies como la ropa, madera o vidrio y más de cuatro sobre plástico o tapabocas.
Por eso, cualquier intento de
desinfectar la ropa de una persona implicaría la formación de una capa
uniforme del producto desinfectante sobre la superficie durante dos o 10 minutos, dependiendo del agente. Eso sin tener en cuenta afectaciones
de salud.
Sin embargo, en el caso de los túneles o cabinas
desinfectantes ni el tamaño de la gota ni la nebulización permitiría
humectar totalmente la ropa facilitando, lo que genera una exposición innecesaria de las personas al uso de estas sustancias.