José Reinaldo Fiallo, Sergio González, alias Tato, Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, cuatro hombres que hacía las nueve de la noche, del 11 de junio de 1992, parquearon un vehículo a un costado de la casa de Rafael Orozco y minutos mas tarde mataron al cantante, fueron asesinados después de aquel trágico episodio. Sin embargo, nunca se supo quien ordenó esos crímenes.
Ese “silencioso ajusticiamiento” no solo ameritaba una investigación en la medida que indicaba quien estaba detrás del crimen de Rafael Orozco, sino que descartaba que a Rafael Orozco lo hubieran matado por “un lío de faldas” como insistentemente y desde un principio se quiso hacer creer.
Quienes suponíamos que conocíamos la verdad llegamos el día del “juicio final” al Juzgado Cuarto Penal del Circuito despacho encargado de dictar la sentencia contra los sindicados pero quedamos desconcertados. No solo porque ya no existían los juicios con jurado de conciencia y una sala donde se debatían los hechos como ocurría anteriormente sino que al despacho de la Juez Cuarta Penal del Circuito, Dra. Gelmis Chacón de Schuett, solo ingresaron Luis Felipe Colmenares Ruso, como fiscal y el Dr. Mariano Canedo Londoño, como parte civil y todos los sindicados de cometer el crimen de Rafael Orozco, o sea, José Reinaldo ( Nano ) Fiallo Jácome, Sergio Adolfo González (Tato), Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, estaban muertos.
El crimen de Rafael Orozco fue convertido en una «orgía informativa» donde algunos medios de Bogotá ante todo, “sin saber por dónde iba tabla” se dedicaron a exhibir la vida privada de las personas involucradas con el cantante y fue asi como se anunciaba a ocho y seis columnas, que el crimen lo había originado “Un escabroso romance con una agraciada jovencita barranquillera”.
Tal vez por esa razón cuando el Dr. Juan Yidy Abudinem, quien oficiaba como parte civil en el proceso, dijo que el ingeniero Jorge Navarro Insignares, era la persona quien en nueve oportunidades había disparado su arma de fuego contra Rafael Orozco, la justicia le creyó. El ingeniero Jorge Navarro era nadie menos que el padre de Maria Angélica Navarro la joven que supuestamente era novia de Rafael Orozco, de modo que esa acusación para efectos publicitarios era clave. Inmediatamente todos los medios tomaron fotos, avances informativos etc. mejor dicho se aclaró el crimen de Rafael Orozco.
El abogado Yidy Abudinem decía igualmente que un testigo ocular había dicho que vio al ingeniero Navarro disparar contra Rafael Orozco y aportó un memorial donde manifestaba : “Una persona que se encontraba cerca de Rafael Orozco el día de los hechos, identificó al ingeniero como el hombre que en nueve oportunidades disparó contra Cantante”.
El abogado también dijo que el vehículo utilizado en la huida por los asesinos, era el carro de propiedad de los Navarro.
Por todas estas razones el ingeniero Jorge Navarro fue capturado y trasladado a la Cárcel Municipal, donde también se encontraban presos Orbi Campo Valdeblánquez y los hermanos Diomedez y Ever Subiría Redondo, otros señores que tampoco tenían nada que ver con el crimen.
Los “palos de ciego” que la justicia daba con esas capturas quedaron en evidencia cuando el Dr. Comernares Russo, no solo decretó el “cese de procedimiento” a favor del ingeniero Navarro, quien estuvo injustamente detenido durante ocho meses, como presunto autor material del crimen, sino que al “testigo falso” que dijo que había visto a Navarro disparar en nueve oportunidades, se le compulsaron copias para investigarlo por falso testimonio.
Navarro fue liberado al probar que estaba en otro lugar en el instante del asesinato y también se cayeron los cargos que le hacían en el sentido de que sabía que a Rafael Orozco, “lo andaban buscando para matarlo” y que solo se limitó a indagar por su hija María Angélica, novia del cantante y además porque no alertó a las autoridades ni a las personas que pudieran evitar el crimen. Pero esos cargos tampoco prosperaron.
Un examen detallado de lo que realmente ocurrió ese 11 de Junio de 1992, aclara lo sucedido. El día de los hechos, Rafael Orozco compartía con su familia y en especial con su hija Kelly Johanna, la celebración del cierre del semestre escolar y cuando mas alegres estaban , cerca de las 9 de la noche, el vehículo ocupado por José Reinaldo Fiallo Jácome, Sergio Adolfo González Torres, alias Tato, Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz se parqueo a la vuelta de la casa de los Orozco.
Del vehículo se bajaron Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, músicos integrantes de la agrupación de Diomedez Díaz, y ampliamente conocidos por Rafael Orozco. Los dos llegaron hasta la puerta de la casa del cantante identificándose y le dijeron a quien los atendió que el motivo de la visita era pedirle prestado a Rafael Orozco , unos instrumentos musicales.
Rafael, salió, saludó a los “colegas” y no los invitó a pasar sino que los atendió allí en la terraza de la casa para no interrumpir la celebración.
Mientras Rafa conversaba con los músicos, apareció otro de los cuatro pasajeros del vehículo con un revolver en la mano y sin mediar palabra alguna le disparó en 9 oportunidades. Tan pronto el homicida cometió el crimen, quien conducía el auto abrió la puerta del vehículo para que ingresara su compañero y aceleró dándose a la huida.
Clara Elena al escuchar las detonaciones corrió hacia donde se encontraba Rafa, a quien encontró ya casi sin vida, tirado sobre el pavimento y con la ayuda de los músicos Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, logró introducirlo dentro de su vehículo, e inmediatamente lo trasladaron a la Clínica del Caribe donde minutos mas tarde fue declarado oficialmente muerto, victima de las balas disparadas por un revolver marca Heckler & Koch, según el examen de balística practicado por un grupo de peritos.
La muerte de Rafael Orozco, provocó miles de versiones y por las calles de Barranquilla, corrían diferentes hipótesis, se especulaba que la mafia lo había mandado a matar por un billete, otros decían que fueron motivos amorosos y los mas allegados hablaban en “voz baja” de “unas deudas pendientes con unas cajas de cambio” , en fin, cada cual decía una cosa distinta, pero a la justicia y a la prensa le gustó mas “el lío de faldas”
Incluso cuando Francisco Manuel Corena supo que el revolver con que mataron a Rafael Orozco era marca Heckler & Koch dijo que era arma era de propiedad del El Nano Fiallo, el comerciante que estaba buscando al cantante, para hacerle “un reclamo de amor” porque ese revolver él se lo había visto. Inmediatamente la juez de instrucción criminal Carmen Collantes (si la memoria no me falla) ordenó la captura de Fiallo. Claro, esa información confirmaba que el homicidio tenía un origen pasional y separaba la investigación del peligroso mundo de las mafias.
El instructor vinculó a la investigación a Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, músicos integrantes de la agrupación de Diomedez Díaz, como cómplices del asesinato por haber sacado a Rafael Orozco con engaños pero ninguno de los dos musicos concurrieron ante la justicia . Dos semanas después del crimen una camioneta negra con vidrios polarizados llegó una madrugada hasta la casa de los musicos y los sacaron a la fuerza, se los llevaron y mas nunca aparecieron.
El día 18 de noviembre de 1992, es decir cinco meses después del crimen de Rafael Orozco, el Nano Fiallo apareció muerto en una calle de Medellín, junto con su guardaespaldas Sergio Adolfo González Torres, alias Tato. Pero nisiqueira eso sirvió para que la investigación cambiara de rumbo y buscara su norte. La justicia continuaba investigando tanto a Nano Fiallo, como a Sergio Adolfo González Torres, alias Tato., Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, como los responsables del crimen de Rafael Orozco.
Para la instrucción Fiallo continuaba vivo. Procesalmente Fiallo estaba vivo, porque en derecho el fallecimiento de una persona se prueba con el registro civil de defunción, con la necropsia, con el acta de levantamiento de cadáver o con la licencia de inhumación, y ninguno de esos documentos habían sido aportados al expediente, es decir, pese a la evidencia que los imputados no estaban vivos la justicia se desgastaba pretendiendo condenar a unos muertos.
Si bien es cierto que el hombre que apareció muerto en Medellín aparecía con el nombre de Jorge Alberto Gómez Benítez, clarísimo resulta que oportunamente se practicaron unas pruebas y de inmediato se supo que Fiallo tenía doble identidad pues con la prueba dactilar se probó que evidentemente el muerto era el Nano Fiallo.
Pero nada, no importaba que Nano Fiallo estuviera muerto, lo importante era condenar a quienes hasta ese momento aparecían como los responsables del crimen “Hasta ahí llegaban las canoas “
Pese a que en Barraquilla todo el mundo sabía que Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, músicos integrantes de la agrupación de Diomedez Díaz no se habían presentado ante la justicia porque fueron sacados de su residencia en una camioneta y desde entonces no volvieron a aparecer la justicia los seguía investigando porque el fallecimiento de una persona se prueba con el registro civil de defunción, con la necropsia, con el acta de levantamiento de cadáver o con la licencia de inhumación, y ninguno de esos documentos habían sido aportados al expediente.
Pero. ¿Quien mandó a matar a esa gente?
Solo cuando se supo que mataron a todos los que participaron en la muerte de Rafael Orozco, fue que la gente en Barranquilla, comprendió que el crimen del cantante, no era un simple “lío de faldas” y se preguntaban ¿Pero quien es ese loco que anda matando a diestras y siniestras?
El loco que mandó a matar a Rafael Orozco, estaba desesperado, nervioso, cuentan que una noche borracho y llorando como un niño le reveló a una de las personas que mas sufrió por estos hechos, que tenía temor que capturaran a Fiallo, al Tato, o a los musicos Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz porque esos manes se pueden “reventar”. Esa posibilidad lo aterraba. En realidad el hombre mandó a matar a Rafael, en un momento de locura- nos dice- No pensó que ese crimen tuviera las consecuencias que tuvo