A su figura delgada la acompaña siempre una sonrisa que cautiva y transmite alegría e inspiración. Con su capacidad y deseos de forjar un nombre en la música parece una artista de mil batallas.
En 2016, cuando su papá la llevó –por invitación de los organizadores– al Primer Festival Vallenato femenino profesional, quienes la escucharon quedaron sorprendidos con su talento y hoy aún preguntan por “La Negrita del Acordeón”, la niña que con apenas 14 años fue la ganadora del concurso frente a acordeonistas de 20, 23 o más años.
Tener el honor de ser la primera reina vallenata del país, además de orgullo, le genera a Leidy Carolina Salgado un compromiso mayor: “Demostrar que las mujeres también tenemos calidad para interpretar este género musical”.
Vive en el barrio El Porvenir de Apartadó y en su habitación exhibe, aparte de osos de peluche, los trofeos que ha acumulado. Su fama ya empieza a pasar fronteras, pues acaba de regresar de España (Islas Canarias y Madrid), en donde la contrataron para presentarse.
Niña aventajada
Su papá, Manuel Salgado, profesor de música en el pueblo, cuenta que en sus clases siempre inicia con una escala en el acordeón, un ejercicio para soltar los dedos y familiarizarse con el teclado. Un día se llevó a la niña (tenía 10 años) quien al ver a los otros infantes tocar le dijo que ella también era capaz de hacerlo.
“En cuestión de tres días ya se sabía las 7 escalas con los que inician los alumnos, al mes ya cantaba tres canciones y al poco tiempo le daba con los bajos, las liras; fue una aprendizaje muy rápido”, relata orgulloso, aunque reconoce que al comienzo no le prestaba mucha atención. Hoy en día es su ángel guardián, su manager.
Ese fue comienzo musical de la pequeña Leidy que, sin embargo, asistió a su primer festival dos años después. Le pidió al papá que le enseñara porro y le expresó que quería irse para Córdoba donde en los concursos predominan el porro y cumbia (pocas veces hay paseo y puya). “Me la llevé y ganó un festival sabanero, ahí se soltó y hasta ahora se ha ganado 28 competencias. Entre sus victorias también añade festivales vallenatos de merengue paseo, son y puya”.
El secreto para triunfar, añade su progenitor, es la dedicación al acordeón. En la segunda edición del Festival Vallenato, señala su mamá (Nancy Guzmán) ganó como mejor agrupación.
Con su calidad innata para tocar e interpretar, una combinación escasa entre las mujeres del vallenato, se ha ido abriendo espacios en un medio complejo.
Tras su propio estilo
Leidy Salgado asegura que quiere romper esquemas en el vallenato, sin que este pierda su esencia. “Vengo con las raíces, cantando y tocando yo misma. Pero también quiero un vallenato que guste a todos los públicos: niños, jóvenes y adultos. Hacer un show propio, como lo ha hecho Alfredo Gutiérrez, a quien admira al igual que a Juan Carlos Centeno”.
En medio de su espontaneidad también menciona a Patricia Teherán: “La única, ella es un motor de inspiración que tenemos para seguir luchando por el vallenato”.
Al maestro Núñez se lo encontraron en un festival. Al escuchar a la urabaense la invitó a la tarima a cantar con él (Niégame tres veces, de Silvestre Dangond). Al final le dijo que algún día que ella fuera a grabar lo buscara: “te voy a hacer la canción más linda del mundo para ti”.
Los artistas reconocidos la apoyan por su carisma, encanto y capacidad. Jorge Oñate, por ejemplo, la llevó al Festival de Orquestas en Barranquilla y en La Guajira. Así se abre camino esta joven que con su acordeón colgado a su cuerpo, entre bananeras, conquista corazones.