Carlos Ibarguen, Jhoan Carreazo y Fredis Valencia serán los primeros colombianos en ser extraditados a Estados Unidos por tráfico de migrantes, en donde podrán purgar una pena de más de 30 años de prisión.
Edelvis Martínez Aguilar, Dunieski Eliades Lastre y Liober Santos Corria son tres cubanos que decidieron probar suerte fuera de su país a principios del año pasado. Como pudieron, juntaron su ahorros y, debido al endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos, decidieron buscar una alternativa para alcanzar el sueño americano. En un lugar del idilio esperado, encontraron una historia de terror a la que solamente sobrevivió Liober, el hombre que permitió la desarticulación de una red internacional de tráfico de migrantes.
Hasta donde se sabe, lo primero que hicieron fue coger un transporte desde Cuba hasta la Guayana, en donde no se necesita visa para poder ingresar al continente. Desde allí bajaron a Venezuela para cruzar la frontera por Cúcuta y ser llevados en lancha hasta Turbo, Antioquia, en donde terminó su recorrido, mucho antes de poder llegar a Panamá.
Después de pasar la noche en una casa del barrio Obrero de Turbo, los tres hombres fueron entregados a un par de lancheros que tenían como misión llevarlos por el río Atrato hasta Capurganá. Pero en medio de la Ciénaga de Matuntugo, los hombres se detuvieron y decidieron cambiar el trato. Según el relato de Liober Santos, Carlos Emilio Ibarguen Palacios y Jhoan Stiven Carreazo Asprilla, los pasantes encargados de su viaje, les dijeron que eran paramilitares y que ya habían asesinado a migrantes antes.
Ante la resistencias de sus víctimas, Carlos Emilio y Jhoan Stiven, -alias playboy, un sicario que en otro momento perteneció al Clan del Golfo- decidieron matar a sus víctimas y despojarlas de sus pertenencias. Los amarraron a los 3 en la lancha y los tiraron al agua, describió Liober a las autoridades. Luego volvieron a subir al bote a la mujer, la violaron y la degollaron; también cortaron el cuello de Edelvis y les abrieron el estómago para que se los tragara más fácilmente la ciénaga. Además de que amarraron los cuerpos a unos manglares para que no derivaran hasta el pueblo más cercano.
Pero lo que no previeron fue que Liober era capaz de deshacerse de sus amarres en el agua y nadar sumergido hasta alejarse suficientemente de la barca como para que no lo puedan encontrar los asesinos. Después de buscarlo durante unas horas, estos desistieron ante la llegada de la noche y dejaron que se arrastrara hasta la selva, llena de micos y tigrillos.
Al día siguiente, un pescador lo encontró en medio del pantano y lo llevó hasta el puesto de la Armada en el que relató su historia de terror. Liober explicó que para un viaje como estos, los traficantes podían cobrarles entre 1.000 y 6.000 dólares por persona, pero que en esta ocasión se le hizo más sencillo asesinarlos para no tener que llevarlos hasta su destino.
A partir de este testimonio, el fiscal 114 seccional que se apoderó del caso -junto con la Policía Nacional- condujo el allanamiento de la casa en la que pernoctaron los migrantes en el barrio Obrero de Turbo, en donde encontraron ropa y celulares de los occisos.
La casa estaba a nombre de Carlos Emilio Ibarguen Palacios, señalado de haber facilitado la salida del país de más de 2.600 inmigrantes irregulares, así como de supervisar el transporte, el alojamiento y las finanzas de la organización. En particular, el negocio de los giros realizados desde Estados Unidos y Cuba por parte de familiares de las víctimas para facilitar su paso por el continente suramericano.
La investigación realizada por los hombres de la Dijin y de Interpol evidenció que los sicarios se encontraban ubicados en el Hotel del Golfo, cerca del puerto de Turbo, en donde fueron hallados y capturados en los cuartos 10 y 11 del edificio. Sin embargo, en ese momento no se pudo aprehender a Fredis Valencia Palacio, el sujeto que sacó del hotel a los 3 cubanos y se los entregó a los sicarios.
Para su arresto fue necesario realizar una infiltración de prácticamente un mes en la ciudad de Riosucio, en el Chocó, en donde se descubrió el paradero del hombre que también tuvo nexos con el paramilitarismo y aparece posando con una ametralladora en una foto que llegó a las manos de los investigadores. Los tres hombres fueron trasladados a Bogotá en donde los espera un vuelo sin regreso para los Estados Unidos.
De hecho, el caso tuvo tanta resonancia internacional que incluso vino desde Washington una delegación de fiscales norteamericanos encargados de coordinar las actividades que se adelantan en varios países en contra de la organización responsable de la muerte de los tres migrantes. Mientras que en Colombia fue identificado y localizado alias Padilla, el jefe de la banda de traficantes que parece estarse escondiendo en otro país.
En cuanto a los dos asesinos y a su cómplice, se encuentran a punto de ser extraditados a Estados Unidos -serían los primeros colombianos extraditados por tráfico de migrantes en la historia del país- en donde arriesgan una pena de prisión de hasta 30 años por los delitos de tráfico de migrantes y concierto para cometer tráfico de migrantes.
Con esta captura, las autoridades esperan mandar un doble mensaje, tanto de prevención para los migrantes ilegales que pueden caer en manos de sicarios despiadados, como para los asesinos de migrantes que ahora podrán ser extraditados a Estados Unidos para purgar largas condenas en prisión y ver sus organizaciones desmanteladas en operativos internacionales coordinados.
Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/primeros-colombianos-extraditados-a-estados-unidos-por-trafico-de-migrantes/546662