Tirado junto a una iglesia perdida en un monte de Sucre, con múltiples orificios de bala, fue encontrado el cadáver de Ómar Noguera Camacho, quien hace una década llegó a ser uno de los narcotraficantes más activos del Clan del Golfo.
De acuerdo con las autoridades, el cuerpo de alias “el Boyaco”, como le decían en el bajo mundo, fue hallado por campesinos el pasado 24 de febrero en la vereda Los Leones del municipio de Galeras.
La Policía recogió el cadáver al día siguiente y lo trasladó a la morgue como NN, pues carecía de documentos de identidad. Solo hasta el 28 de febrero se supo quién era.
Noguera Camacho, de 45 años, nació el 27 de octubre de 1977 en Miraflores, Boyacá. Según fuentes policiales, se inició en el mundo del narcotráfico en los Llanos Orientales, primero como raspachín y después administrando laboratorios de cocaína.
Por esa actividad se asoció con el Clan del Golfo en 2008, trasladando sus operaciones a Urabá y la Costa Caribe. Así se involucró en la exportación de múltiples toneladas de droga hacia EE.UU. y Europa.
Su febril actividad narcotraficante lo llevó a convertirse en uno de los principales financiadores del cartel y su rostro apareció en la lista de los más buscados en 2015, con una recompensa de $128 millones por su captura.
Los Comandos Jungla lo detuvieron el 23 de mayo de 2017 en una finca de la vereda Zapindonga, en el municipio de San Pedro de Urabá. “El Boyaco” trató de escapar en calzoncillos por un pastizal, pero lo atraparon los policías.
Amores prohibidos
En su captura fue clave la información de una de las mujeres de su “harén” particular. Fuentes cercanas a la investigación precisaron que “el Boyaco” tuvo 12 hijos de cuatro madres distintas.
A una de esas esposas, cansada del maltrato del narcotraficante, se acercó un oficial de Policía asignado a la Operación Agamenón.
El uniformado logró seducirla y ella, de 28 años en ese entonces, accedió a convertirse en su informante.
El romance duró dos años y medio y, aunque generó escándalo y cuestionamientos éticos en la Fiscalía y la Policía, sirvió para darle fuertes golpes a la organización ilegal.
Al terminar esta relación, la mujer tuvo que huir del país por amenazas del Clan.
“El Boyaco” pagó cárcel por concierto para delinquir y tráfico de drogas. Salió en libertad en 2022 y conservó un bajo perfil, hasta que sus enemigos lo encontraron.
Las agencias de seguridad investigan si su muerte se relaciona con la de alias “Siopas”, el subcomandante del Clan, quien fue secuestrado a mediados de febrero por el mismo grupo.
Su cadáver abaleado fue arrojado desde un carro a una vía de Dabeiba, Antioquia, el pasado 1 de marzo.