Noticias Urabá

El asesinato de un pasajero de 27 años en el Metro, es un nuevo capítulo de la confrontación de las pandillas de Urabá

De acuerdo con la información recolectada por las autoridades, en la mañana el muchacho abordó el metro, sin percatarse de que otro hombre lo seguía desde la estación Caribe. Se dirigía al municipio de Sabaneta, donde tenía un trabajo como albañil.

A las 6:20 a.m. llegó a la estación de Sabaneta. Se bajó del vagón y caminó por la plataforma hacia los torniquetes de salida. De repente fue atacado por el delincuente que lo venía siguiendo, quien le propinó varias cuchilladas mortales. Bru Bejarano cayó al suelo y falleció, a pesar de que el personal del sistema de transporte trató de auxiliarlo.

El asesino corrió por la plataforma, ante la mirada atónita de los demás pasajeros, y saltó a las vías del tren. Cruzó los rieles y burló la malla externa de la estación, en dirección a la avenida Regional.

Las cámaras de vigilancia lo perdieron de vista en ese punto, pero quedó registrado que “era una persona de aspecto afro, con algunas características especiales en su cabello, no propias de esta región”, explicó el general Josué Javier Martín, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá.

Su fuga fue duramente criticada por varios usuarios del metro, un medio de transporte en el que los empleados y policías de vigilancia fustigan velozmente a quienes abren un paquete de comida o destapan una bebida en sus instalaciones, pero cuya reacción fue nula en un grave caso de homicidio.

Este fue el segundo asesinato en los 27 años de funcionamiento del metro de Medellín. El anterior fue en 2011, cuando un pasajero fue linchado por otros, que lo acusaron de hostigar sexualmente a una mujer.

El oficial explicó que “la víctima tiene tres antecedentes por concierto para delinquir y otro por hurto en su municipio de origen”. La Policía descartó un robo o un acto de intolerancia como móviles del homicidio, “la hipótesis que manejamos es de un posible ajuste de cuentas”, recalcó el comandante.

Luis Fernando Bru Bejarano era padre de dos hijos y había llegado un par de meses atrás al barrio Tricentenario, de Medellín, procedente de Turbo.

Había sido capturado en abril de 2016, en el marco de un operativo policial contra las pandillas de aquella localidad. En ese entonces, según la Policía, era integrante del combo autodenominado “los Batman”.

Fueron arrestadas 16 personas en dicho operativo, y Bru estuvo cuatro años en prisión por concierto para delinquir.

El fenómeno del pandillismo comenzó a incrementarse en los municipios de Turbo y Apartadó desde 2013. Al principio era un problema de delincuencia común, en el que los jóvenes de un barrio se enfrentaban a piedras, palos y machetes contra sus vecinos, por simple militancia.

Los muchachos se enrolan en estos grupos no solo por necesidad, sino para conformar tribus urbanas que les den una identidad, igual que en una secta, así como para retarse y poner a prueba su adrenalina. Inicialmente cometían robos menores, actos de vandalismo y en cada fiesta de “pick up”, con los bafles a todo taco en la calle, terminaban dándose golpes con los rivales.

Las pandillas más conocidas, además de “los Batman”, son “los Wilar”, “los de Brisas del Mar”, “los Kalifas”, “los Cocuelos”, “los de Manuela Beltrán”, “los del Muelle”, “los del Gaitán”, “los de Juan 23″ y “los de Julia Orozco”; algunos de ellos asumieron los nombres de las barriadas que habitan.

Aunque la situación se concentra en los cascos urbanos de Apartadó y Turbo, los pleitos también se han documentado en Carepa, Necoclí y Chigorodó. Los medios de comunicación de la subregión de Urabá publican a menudo videos de los enfrentamientos callejeros, en los que resulta afectada la comunidad, el transporte y el comercio.

Con la influencia de la organización criminal Clan del Golfo, algunas de estas pandillas juveniles evolucionaron hacia bandas más organizadas, y terminaron involucradas en el manejo de plazas de vicio, extorsiones y tráfico de migrantes.

El conflicto entre ellos escaló y, con más armas de fuego de por medio, las cifras de muertos empezaron a crecer, se formaron fronteras invisibles en los vecindarios y el espiral de amenazas y venganzas se hizo incontrolable.

Muchos de los jóvenes involucrados, cuando están “calientes” con sus enemigos, buscan refugio donde amigos o familiares en Medellín y otros municipios del Valle de Aburrá. A quienes tienes hijos o padres a cargo, la metrópoli les facilita conseguir empleo para enviarles dinero.

En esas estaba Bru Bejarano, a quien en el mundo de las pandillas apodaban “Malborito”. Tal parece que sus problemas lo siguieron hasta Medellín.

Fuente: https://www.elcolombiano.com/blogs/revelacionesdelbajomundo/guerra-de-pandillas-de-uraba-golpeo-al-metro-de-medellin/10952#more-10952

Salir de la versión móvil