En el municipio de Istmina se vivió una noche de terror por cuenta de una confrontación armada entre la fuerza pública y los miembros del Clan del Golfo. En medio de los artefactos explosivos que lanzaron los ilegales, dos civiles quedaron heridos.
Los sicarios llegaron hasta las inmediaciones de la estación de Policía de esta localidad y empezaron la arremetida contra los uniformados con grandas y armas de fuego. La escena quedó registrada en videos que grabaron los habitantes mientras esquivaban las balas.
“Ay, Dios mío” y “eso es fusil”, fueron las frases que se lograron escuchar en medio del estremecedor ruido que obligó a la población a resguardarse en sus viviendas hasta la mañana de este martes, cuando las autoridades confirmaron el restablecimiento del orden público.
De acuerdo con el reporte del comandante de la Policía en Chocó, coronel Clauder Cardona Cataño, la emergencia comenzó a las 8:30 de la noche cuando los delincuentes asaltaron la zona urbana de Istmina con varias granadas.
“Delincuentes del Clan del Golfo hacen una acción delincuencial contra la población. En esa acción valerosa de nuestros policías, repelen este acto terrorista donde quedan dos personas lesionadas por dos granadas”, afirmó el comandante.
Las víctimas quedaron con esquirlas en sus cuerpos luego de las detonaciones. Una de ellas tuvo que ser remitida a un centro especializado de la capital del departamento dado que las lesiones afectaron considerablemente su salud.
El coronel aseguró que la alteración de la seguridad volvió a la normalidad luego de las nueve de la noche cuando la Policía logró acorralar en una vereda del pueblo a los sicarios que protagonizaron el atentado. Sin embargo, no reportaron capturas.
Esta institución, en conjunto con el Ejército Nacional, están adelantando una serie de operativos en Chocó para dar con el paradero de los responsables de los homicidios selectivos que tienen atemorizadas a las comunidades.
En esta zona del país no solo delinquen los brazos armados del Clan del Golfo, también la guerrilla del ELN. En medio de las confrontaciones que han tenido por el control de las montañas para transitar con las economías ilegales, se han desplazado cientos de familias.
El costo de la vida de un policía
En paralelo, se dio a conocer que los hombres que comandó alias Otoniel adoptaron, en los municipios de Antioquia, una de las estrategias más crueles que utilizó Pablo Escobar para hacerle contrapeso a la Policía: los ilegales le pusieron precio a cada homicidio contra los miembros de la institución.
De acuerdo con el Gobierno nacional, la muerte de cada uniformado en suelo antioqueño llega a costar hasta dos millones de pesos. Al parecer, la financiación estaría siendo asumida con las rentas que les dejan los negocios delincuenciales.
En las subregiones del departamento tienen a cargo el narcotráfico, minería y tráfico de migrantes de Colombia hacia Panamá, con las rutas que se apoderaron entre el Necoclí, Acandí y la selva del Darién.
Ese ofrecimiento está enmarcado en un plan pistola que ordenaron activar los cabecillas del Clan del Golfo en Antioquia, Chocó y Córdoba, para responder ante los constantes golpes que han recibido: capturas, extradiciones y retención de mercancías.
Esa técnica ilegal es una herencia que dejaron los capos de Medellín cuando empezaron a ofrecer plata por la muerte violenta de cada policía. En las calles de la ciudad circuló el ofrecimiento que iba desde un millón de pesos por un agente y tres por un oficial.
Según el registro de las víctimas del narcotraficante Escobar, al menos 500 policías murieron violentamente en la ciudad entre 1989 y 1992. En adelante, esa técnica ilegal fue replicada por cada uno de los grupos armados organizados.