La mayoría de las evidencias de una actividad sexual no son físicas. Entre aquellas que sí son, figuran:
- El sudor fino que aparece en ambos con la excitación sexual.
- La coloración rubicunda en cara, cejas, pecho, espalda y muslos.
- La ingurgitación de los labios mayores y menores.
- Laceraciones frescas que evidencien ruptura de himen o esfínter anal.
- Irritación en el cuerpo del pene, usualmente al forzar a la mujer.
Todas estas se revierten cuando el grado de excitación disminuye. O sea, son difíciles de encontrar pasados unos momentos. Las evidencias indirectas de actividad sexual pueden ser:
- La colección del semen en el cuello cervical, vagina, vello púbico y región perineal.
- Alguna irritación o laceración en vagina o ano.
- Existencia de vello púbico extraño a la persona.
- Aparición de rasguños, golpes, u otras lesiones producto de la defensa física ante un agresor sexual.
- Estas evidencias suelen persistir más tiempo, pero son frágiles.