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Céiber David Ávila nacido en San Pedro de Urabá aceptó cambiar de división en el boxeo

Rafael Iznaga, el seleccionador nacional de boxeo de Colombia, considera que el antioqueño Céiber David Ávila da ventajas, por su baja estatura, en este deporte, pero que lo compensa con un corazón grande, disciplina y ganas de superación.

De ahí el reto que el pugilista nacido en San Pedro de Urabá aceptó para cambiar de división en la que logró destacadas actuaciones, incluyendo el bronce en Juegos Panamericanos de Toronto-2015, plata en los Suramericanos de Cochabamba-2018 y oro en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla-18, además de los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Río-16, siempre compitiendo en la división mosca (52 kilogramos).

Emprende, ahora, lo que se podría considerar una nueva vida en su carrera: saltar a los 57 kilogramos.

En el boxeo siempre se ha dicho que el púgil que sube da ventajas ante rivales que podrían estar en su peso natural y que la pegada es menor. Sin embargo, Céiber considera que es un desafío, ahora en su etapa de maduración. Igual es menos sacrificio para dar el peso límite a la hora de pelear.

Probar condiciones en pleno Mundial, estrenando esa división parece locura…

“Para eso es el torneo. Aquí (en Rusia, donde se disputa el campeonato) llegamos todos para ensayar y ver también las condiciones de los demás. Es una oportunidad propicia para conocer en qué estamos y a qué podemos llegar”.

¿Cómo se ha sentido en los entrenos y ya en la competencia?

“Realmente no siento mucho el cambio (a pesar de subir de entre 1 y máximo 5 kilos en la nueva división). Me siento fuerte, no hay problemas de peso, uno se debilita menos”.

El Mundial, entonces, ¿es algo así como un laboratorio para ver en qué están los peleadores con los nuevos pesos?

“Nuestra idea es probar el equipo que se está preparando para los Olímpicos y las nuevas divisiones, en especial las que atañen a nosotros, pues desapareció la de 49 en la que hacía carrera Yuberjen Martínez, que pasa a ser 52; la de 52 sube a 57 que me corresponde; y la de 60 a 63. Nos sirve para ver cómo respondemos y para ir acostumbrándonos”.

El balance de su primera presentación victoriosa en el Mundial, tras vencer al francés Samuel Kistohurry, por decisión dividida…

“Gané bien, me sentí bien, espero mantenerme en el camino y superar los escollos. Es cierto que es más la exigencia y la responsabilidad, pero ahí vamos; este torneo sirve de fogueo siempre pensando en el futuro”.

A propósito de eso, ¿cuál es su sueño?

“Siempre he soñado con ganar una medalla de oro en Olímpicos. Hace tres años estuve cerca en Río. Ahora apunto a subir al podio el año entrante en Tokio, a eso apunto y con ganas y el apoyo de Dios y mi familia lo puedo lograr”.

¡Satisfecho, entonces, con lo que hace?

“Por su puesto, estoy demasiado contento, trabajo duro y motivado en el equipo, siempre pensando en un mejor mañana”.

elcolombiano

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